1. Carita de ángel (5)


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... del baño se abrió. Mateo apareció en el umbral. Me miró con deseo. Era la primera vez que me veía desnuda, después de todo.
    
    —Qué hermosa sos —dijo, metiéndose en el baño.
    
    —Ya les di lo que querían. Ahora váyanse, por favor.
    
    Mi voz estaba quebrada. Casi me largué a llorar. Los otros duendes aparecieron detrás de él. Era un espacio muy pequeño, lo que intensificaba mi sentimiento de indefensión. Miré de reojo la entrepierna de Mateo. Si no era una erección lo que estaba viendo, no sé qué era.
    
    Ellos no tenían mucha experiencia con mujeres, pero yo tampoco tenía experiencia con chicos de su edad. Incluso cuando era una adolescente, no llegué a mantener relaciones más que con tío Eduardo. Se me había escapado lo rápido que pueden volver a tener una erección a esa edad. Lo que les faltaba en destreza les sobraba en vitalidad.
    
    Me salí de la ducha. Me sequé. Me rodearon. Alguno me quitó la toalla y la dejó caer en el piso. Sus manos estaban en todas partes.
    
    —Solo una vez más —les dije, resignada—. Una vez más y se van.
    
    Y así me convertí en la esclava sexual de los duendes.
    
    ………………………….
    
    Un secreto era algo especial. Y si ese secreto es compartido con la persona que amás, adquiere un carácter mágico. Tío Eduardo y yo vivíamos una vida paralela. Una vida alimentada por el secretismo, la infidelidad y el amor filial. El sexo era increíble, y cada vez que él acababa me sentía arroyada por un tsunami seminal que me llevaba a alcanzar mi propio clímax.
    
    Al principio era todo hermoso. La lujuria exacerbada de tío Eduardo era fácilmente confundida con el amor. Pero él jamás me lo decía. Jamás me decía te amo. Cuando terminó con su pareja pensé que por fin lo iba a tener para mí sola. Pero las cosas no iban a ser tan fáciles para aquella Brisa adolescente. Una brisa llena de sueños de colores.
    
    —¿Vos sabés lo que puede pasar si tu papá se entera? —me preguntó.
    
    Estábamos en la cama. Desnudos. Yo acariciaba su torso peludo. Me acababa de contar que por fin estaba soltero, y yo lo sugerí aumentar la frecuencia de nuestros encuentros. Ese era el séptimo polvo que tuvimos. Llevaba la cuenta, obvio.
    
    —Entonces… ¿Vamos a seguir viéndonos tan poco como hasta ahora? —pregunté.
    
    En realidad, los siete encuentros sexuales fueron a lo largo de tres meses. Lo que era mucho considerando que tío Eduardo, además de ser infiel, se estaba cogiendo a su propia sobrina, y debía hacer malabares para mantener todo oculto. Pero yo tenía ganas de estar con él todos los días.
    
    —Tranquila, bebé —me dijo, agarrándome del mentón, levantando mi rostro para que lo mirara a los ojos—. Vamos a estar todas las veces que podamos estar. Solo que va a seguir siendo casi tan difícil como antes.
    
    Tenía razón, claro. Mi uniforme de escuela extendido en la silla era prueba de ello. Era la tercera vez que faltaba a la escuela para verlo. Si lo hacía demasiadas veces, mis padres se terminarían enterando. Me daba escalofrío de solo imaginarlo. Ahora estábamos en su ...
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