1. Carita de ángel (5)


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... me percaté de ello.
    
    El chico bajito y musculoso me liberó por fin de mi castigo. Tosí, escupí abundante baba. Me sentía patética. Cristian me atrajo de nuevo hacia él. Ahora me daba cuenta de que el otro no se había apiadado de mí, sino que su amigo le había pedido cambiar. Cristian azotó su verga en mi mejilla.
    
    —Ahora te vas a tomar toda la lechita —dijo, deteniendo sus azotes para empezar a masturbarse a milímetros de mi rostro.
    
    Quise decirle que no quería, pero comprendí que esos chicos harían lo que quisieran conmigo. Me la metió de nuevo en la boca, pero solo la cabeza, y siguió masturbándose. El semen salió abundante. Lo sentí en el paladar, espeso, ácido, dulce. Me lo tragué todo. Solía dejar ese detalle como un regalo para los hombres que más me gustaban, pero a estos niños caprichosos no podía negarles nada.
    
    —Acabale en la cara —dijo Mateo, dirigiéndose al chico bajito y musculoso.
    
    —¡Pero yo también quiero que me la tome toda! —respondió el aludido, arrimando su gruesa verga a mi boca.
    
    —Dale wacho, quiero verle la carita llena de leche —dijo Mateo—. ¿Cuántas veces nos imaginamos a esa carita de puta bañada en semen? —insistió.
    
    Siempre fui de creer que las fantasías eran algo sagrado. Y por lo visto el chico bajito y musculoso pensaba igual, porque dejó de lado su deseo más inmediato, e hizo honor al anhelo colectivo de ese trío de duendes. Eyaculó en mi cara. Sentí las viscosidad de su virilidad deslizándose lentamente por mi rostro. Mi carita de ángel enchastrada, como otras tantas veces.
    
    Fui al baño. Me lavé la cara. Me desnudé. Me metí en la bañera. El chorro de agua cayó sobre mis muslos. Los escuchaba hablar. Esperaba que se fueran pronto, pero no tenía fuerzas para exigirles nada. Me limpié el semen de Mateo, y lavé mi sexo. Sabía que estaba en problemas. Los duendes venían alimentando todo tipo de fantasías en las que yo era protagonista, y esto lo hacían desde hacía años. Yo misma había sido la responsable de que, literalmente, crecieran escuchándome coger del otro lado de la pared. ¿Qué pasaba cuando un hombre concretaba su mayor sueño sexual, un sueño que venía arrastrando desde hacía mucho tiempo? Sería una ingenua si creyera que se quedarían contentos con la experiencia y me dejarían en paz. Hubo hombres que se obsesionaron conmigo por mucho menos que esto. El sexo sacia solo momentáneamente. Después la excitación vuelve con más fuerza. Ahora, cada vez que me cruzaran en el palier de mi piso no solo contarían con sus fantasías, sino que también tendrían el recuerdo de todo lo que me habían hecho esa noche. De todo lo que yo había dejado que me hicieran. Y ellos ni siquiera eran hombres. Apenas eran unos adolescentes. Y probablemente más de uno de esos duendes, sino todos, acababan de ser desvirgados por mí. La marca que les estaba dejando en sus almas eran, quizás, tan intensas como las que me dejó tío Eduardo la primera vez que me poseyó. Y yo sabía muy bien los efectos de que generaban.
    
    La puerta ...
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