1. Carita de ángel (5)


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... dejaba de penetrarme con furia. Me di cuenta de que en esa cogida que me estaba pegando se estaba desahogando por lo que le había hecho. Desvié la vista hacia él, sin dejar de chupar la verga de Cristian. Mateo tenía los dientes apretados y la vena de la frente se le marcaba. La indignación que había mostrado Ramiro cuando me entregué fácilmente a su amigo no se comparaba con la ira de ese adolescente que me montaba como un caballo salvaje.
    
    De repente sentí que alguien me agarraba la mano izquierda. No podía girar porque Cristian me estaba agarrando de la cabeza, haciéndome tragar su pija sin compasión. Pero unos instantes después mi mano izquierda era llevada a un falo duro y caliente. Era el chico bajito y musculoso, obvio. Su verga era gorda, o al menos más gorda que las de sus amigos. El tercer duende se había sumado a la fiesta.
    
    Otra clara evidencia de que esos chicos no tenían experiencia con mujeres: procedían como si estuvieran en una película pornográfica, acechándome todos a la vez, sin preguntarse si yo era capaz de lidiar con tres pijas al mismo tiempo. Para suerte de esos niños caprichosos, si había alguien que podía personificar a una actriz porno, era yo. Tío Eduardo se había asegurado de convertirme en eso sin que yo me diera cuenta. Al igual que los duendes, crecí convencida de que el cuerpo de la mujer era un receptáculo para que el hombre se masturbara con él. Creí haberme alejado de eso, me sentía más empoderada, el polvo con Joel era una buena prueba de ello. Pero ahora estaba de nuevo ahí, convertida en un objeto sexual.
    
    Ellos eran unos niños, y yo era su juguete, y se estaban divirtiendo con mi cuerpo, explorando mis hendiduras. En un descuido de Cristian me liberé de su falo, y fui al encuentro de la verga del chico del que aún desconocía el nombre. Mi tacto no me había engañado. Era una pija gruesa, y ahora la veía atravesada por venas. Una hermosa pija. Ojalá lo hubiera elegido a él en lugar de Cristian. Quizás no hubiese dejado que los otros abusaran de mí. Pero ahora se había sumado a los otros degenerados. No podía culparlo. Aunque me mostraba apática, estaba dejando que hicieran conmigo lo que quisieran. Los caballeros blancos dejaban de serlo cuando veían que dejabas que dos pijas se metieran por tus orificios.
    
    —Qué bien que la chupás, putita —me dijo el chico, confirmando que su lado más misógino había salido a la luz—. Así, cométela toda —decía, mientras ponía la mano en mi nuca para empujar, obligándome a meterme su miembro por completo.
    
    Ya no se la estaba chupando. El chico bajito y musculoso me estaba cogiendo por la boca. Sus penetraciones eran tan violentas como las de Mateo. Su pelvis, y sus testículos llenos de pelo chocaban a cada rato con mi boca, mi nariz y mi mentón. Si no tuviera tanta experiencia en mamadas hubiera tenido un reflejo de arcada. La cosa fue tan violenta que apenas me di cuenta de que Mateo ya había acabado. Solo cuando sentí el líquido pegajoso deslizándose por mis muslos ...
«1234...8»