Carita de ángel (5) - Relatos Eróticos

Carita de ángel (5)

... reaccionaría si le contaba que después de esa charla que tuvimos en la que quedé completamente excitada, había hecho lo que le sugerí que haría. ¿Sus sentimientos por mí ya eran lo suficientemente fuertes como para sentir celos y decepción?

Intenté juntar las piernas de nuevo, pero Mateo las sostenía con una fuerza impresionante. Y yo jamás fui fuerte. Siempre fui débil. Cristián se subió a la cama, por el lado opuesto al que se había subido Mateo. Me agarró de uno de mis brazos y lo separó del otro, también imprimiendo mucha fuerza. Me acarició la mejilla con una siniestra ternura.

—Dale putita, si te encanta coger —dijo.

Claro que me encantaba coger. Pero me gustaba hacerlo bajo mis propios términos. Uno de los tantos motivos por los que me había alejado de tío Eduardo era por eso. Para disfrutar de mi libertad sexual. Con él cogía mucho, y lo disfrutaba mucho, pero siempre era como él quería que fuera. Yo solo era su juguete sexual. Y ahora me sentía así de nuevo.

Podía resistirme, o gritar como una loca. Pero ni siquiera eso me garantizaba escaparme de esa situación. Además, por ridículo que suene, prefería evitar tener que vivir una escena así de violenta y escandalosa.

Cristian me agarró del otro brazo e inmovilizó ambos, aferrándolos de las muñecas, dejándolos extendidos sobre el colchón. Mateo me levantó la pollera. Lo oí suspirar cuando se encontró con mi sexo desnudo.

—Hagan lo que tengan que hacer —dije. La voz me salió muy débil, como si fuera un murmullo—. Pero acuérdense de que me están obligando a hacer algo que en realidad no quiero hacer. Además, tampoco tengo fuerzas para defenderme de tres tipos —terminé de decir.

Miré al chico musculoso. Me observaba con cierta pena. Pero también noté que se había formado un enorme bulto dentro de su pantalón. Ya derrotada, relajé mi cuerpo. Si eso iba a pasar, que fuera lo menos traumático posible. No sería la primera vez que me acostaba con un tipo al que no deseaba, solo por su insistencia. Aunque nunca me había visto intimidada de esa manera.

Dirigí la vista al techo, esperando que todo pase. Sentí cómo Mateo se bajaba los pantalones. Me agarró de las pantorrillas y me hizo flexionar las piernas. Hundió su lanza en mi sexo. Era larga y delgada. Me embistió con una violencia que dejaba en evidencia su inexperiencia. Si no estuviera dilatada después de haber estado con Cristian, me hubiese dolido, y eso que de todas formas no tengo una hendidura estrecha.

Mi pequeño cuerpo se sacudía con las salvajes estocadas de su espada, y yo solo veía el techo moviéndose como si estuviera en un terremoto. De repente dejé de sentir la presión que Cristian ejercía en mis brazos. No necesité mucha imaginación para predecir lo que venía. Apoyó su mano en mi mejilla e hizo presión, obligándome así a girar mi rostro hacia donde él se encontraba. Ahí estaba su verga erecta. La arrimó a mi boca. Separé los labios y empecé a chupar.

Me agarré del falo de Cristian mientras Mateo no ...