1. Incesto en medio del monte


    Fecha: 21/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos

    ... cómo lentejas, luego se quitó el short y vi su coño rasurado. Me dijo:
    
    -¿Vamos para la cama o te la como aquí?
    
    Ya le puse la alfombra roja para que hiciese su entrada triunfal.
    
    -Tu ganas, vamos para la cama.
    
    Al lado de la cama, Jacinta, dándome unos picos, me desabotonó la blusa, y luego me quitó el sujetador y la falda. Yo me saqué las zapatillas. Se puso en cuclillas y lamió mi coño de abajo a arriba, varias veces, luego, a medida que se iba incorporando, besó y lamió mi ombligo y mi vientre. Al llegar a las tetas, las cogió con las dos manos y, mientras las magreaba con sus pequeñas y suaves manos, lamió y chupó mis pezones, mis areolas y todo lo que encontró por delante, luego nos comimos las bocas y acto seguido me echó sobre la cama, metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a darme un recital de lengua que me llevó a un orgasmo sublime, que me hizo exclamar:
    
    -¡Me corro, me corro, me corro, me corro!
    
    No paró de lamer hasta que me sintió respirar sin dificultad, y cuando lo hizo fue paras decirme:
    
    -¿Quieres correrte otra vez?
    
    Le dije que sí, a mi manera, o sea, cogiéndole la cabeza con las dos manos y llevándole la boca a mi coño.
    
    Su boca era mágica, lo mismo envolvía mi clítoris entre la lengua y los labios, que metía y sacaba la lengua de mi vagina, que sus labios chupaban los vaginales, que la lengua los lamía, que lamía de abajo a arriba, que lamía el clítoris de manera trasnversal, que... Que me volví a correr como una leona, y dije:
    
    -¡Pedazo de corrida!
    
    Al acabar de correrme hizo una tijera y frotó su coño mojado con el mió, que estaba encharcado. Hasta tres veces estuvo a punto de correrse, y las tres veces paró y esperó a que se le fuera. Lo hacía para que me corriera con ella, pero yo ya me había corrido tres veces y una cuarta me pareció que sería rizar el rizo. Jacinta sabía rizarlo, porque pasado un tiempo frotó su coño con el mio a mil por hora y oyó lo que quería oír:
    
    -¡Me corro, Jacinta!
    
    Se corrió conmigo.
    
    -¡Y yo!
    
    Nuestros coños, latiendo, se dieron de beber el uno al otro.
    
    Aún teníamos las piernas entrelazadas cuando entró mi cuñado en la casa. Sonriendo, dijo:
    
    -Veo que ya os habéis conocido.
    
    Jacinta, descruzando sus piernas de las mías, le dijo:
    
    -Si me mandaste tú venir a seducirlas, es obvio que nos íbamos a conocer.
    
    -No me descubras, coño.
    
    Me había perdido. Pregunté:
    
    -¿Qué está pasando aquí?
    
    -Que lo preparé todo para hacer un trío.
    
    Lo del trío me gustó, pero tenía una pregunta que hacerle a Jacinta.
    
    -¿Llevas aquí un mes cómo me habías dicho, o es otra mentira?
    
    -Llegué ayer en mi auto, pero se suponía que íbamos a estar solos José y yo.
    
    -O sea, que me has mentido.
    
    -Seguía instrucciones.
    
    -Bueno, por lo menos me lo has hecho pasar de maravilla.
    
    -¡Y lo que te rondará, morena! Échate boca arriba sobre la cama si quieres correrte otra vez.
    
    No me lo tuvo que repetir. Me eché boca arriba sobre la cama. Jacinta se puso a cuatro patas ...
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