Merche y sus guarradas en el campamento - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el campamento

... enorme mancha marrón que cubría esa parte del colchón. Y mierda también desperdigó sobre la espalda de Merche el gordo al sacar su polla de aquel asqueroso túnel. Fue tal la rapidez, que el impulso con el que se levantó y el balanceo del pollón en el aire, sirvieron de trampolín para que numerosos gordos goterones de mierda llenaran la espalda de la rubia.

Caldo de coño, el procedente de la corrida de la rubia. Pese a tener la polla gitana clavada hasta los huevos, fue tal la corrida que el líquido pringoso salió como pudo llenando los muslos y los cojones del gitano hasta resbalar al colchón uniéndose a la blanda mierda que allí se encontraba.

Y esperma pringoso, el que desparramó el gordo sobre la espalda de Merche al pajearse la sucia polla. De pie como estaba, unos chorreones de espesa lefa salpicaron la parte alta de la espalda de la rubia, llegando algunos al cuello e incluso a su pelo recogido. El gitano se unió al derrame de leche caliente al no poder contenerse y empujando el culo de Merche contra sus muslos para clavarle el nabo hasta lo más profundo, soltó entre gemidos de gusto siete espesos chorros de semen que la rubia notó quemarle lo más profundo del interior de su puto coño.

Los tres empezaban a recuperarse de sus corridas, cuando el puto gordo que aun con la polla morcillona, seguía pensando en guarradas que realizar con aquella pedazo de cerda que el destino les había regalado a él y a sus amigos.

-David, no te estabas meando? Mea en la boca de esta cerda – dijo a su amigo que permanecía en pie.

Ante la duda del chaval de si hacer lo que su amigo le indicaba, Merche para dejarle claro que ella compartía la sucia idea del gordo, descabalgó al gitano para que se saliera de debajo de su cuerpo. Y volviendo a situarse en el colchón a cuatro patas, abrió su boca esperando el caliente líquido procedente de la vejiga del chaval.

Un caño dorado pintó una curva en el aire casi perfecta desde la raja del capullo del nabo hasta la boca de la rubia que abierta al máximo, recibí el orín tragando todo lo posible. El colchón comenzaba ya a oler de una forma asquerosa.

-Kevin, córrete en el túnel de esta cerda que me sirva de lubricante para meterle un regalito – dijo el gordo a su amigo latino.

El chaval, que ya se pajeaba de forma intensa, apenas acercó su gordo capullo al ojete de Merche, que se empezó a correr soltando chorros espesos y blanquísimos que iban a parar al interior de aquel túnel que aparecía abierto y sucio de mierda. Apenas el último espeso goterón fue lo único que no entró directamente en el culo de Merche. Con su dedo el chaval empujó la porción de lefa y esta resbaló lentamente desapareciendo en el ojete. Toda la corrida fue observada por Merche con su sonrisa de puta salida.

Y para terminar, te vas a llevar un regalito de recuerdo – dijo el gordo.

Situado de rodillas en el suelo pero próximo al colchón, extendió su mano hasta alcanzar su cagada. Partió un trozo semejante a una polla. Unos 20 ...