Merche y sus guarradas en el campamento - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el campamento

... gitano.

El gitano Miguel se tumbó sobre el colchón agarrando su gordo nabo. Merche rápidamente se colocó sore él. Puso sus rodillas a los lados de los muslos del chaval y ella misma agarró la dura polla por la base. Se frotó el capullo baboso por la pipa del coño estremeciéndose de gusto. Dio un respingo y levantó su cuerpo para situar la cabezona en la entrada de su coño. Se dejó resbalar lentamente. La tranca entró entera. Cuando la rubia notó que ya no quedaba más polla por entrar, se echó hacia adelante. Y tras dar unos lengüetazos por el pecho mojado de sudor del gitano, dirigió su mirada hacia atrás.

-Venga gordo, méteme un pollazo y saca toda la mierda – dijo la rubia.

El gordo, se pajeaba despacio. Degustando la imagen de pedazo de culo de gordas nalgas que esperaba ser rellenado de carne en barra.

Torpemente se agachó y levantó la gorda la barriga para apoyarla encima de las carnes de la rubia para que no le molestara en la penetración anal.

El gordo capullo taponó el ojete de Merche, que volvió su mirada al frente y cerró los ojos sonriendo de forma lasciva esperando el pollazo que estaba a punto de recibir. El niñato obeso metió lentamente el gordo capullo. Cuando éste desapareció en el interior de aquella perra, se dejó caer sobre la rubia metiendo de golpe la tranca entra.

-Joder, cabronazo. Que gorda la tienes – fueron las palabras de Merche al notarse rellena.

Los dos gordos cojones de José Miguel estaban pegados literalmente a la rubia.

Aquellos niñatos no tenían mucha experiencia, pero aquella follada a dos bandas parecía ensayada. Ambos se coordinaban para dar su golpe de cadera de forma alterna. Merche no tuvo más remedio que apoyar su cabeza en el hombro del gitano y cerrar los ojos para notar que dentro del coño empezaba a venir una ola de placer hasta salir por su boca. La rubia pasó de gemir a dar pequeños gritos. Gritos pequeños que pasaron a mayores en minutos.

-Joder que bueno, cabrones – gritaba entre gemido y gemido.

-Te gusta ehh perra. Puerca, que eres una puerca – decía el gordo acentuando sus insultos clavando la polla todo lo posible.

Hacía ya minutos que el gordo nabo del niñato salía lleno de mierda. Entonces, Merche entre estertores comenzó a correrse de gusto.

-Me corro cabrones. Me corro y me cago. Ahhh que bueno – gritaba.

-Saca la polla gordo cabrón que me cago. Ahhh Diossss – gritó mirando hacia atrás con una mirada lujuriosa.

El gordo justo cuando notó la cagada de la rubia sacó su polla rápidamente con una rapidez inesperada en un cuerpo que parecía tan torpe y lento de movimientos. Aquello fue una explosión de mierda, caldo de coño y esperma pringoso.

Mierda, por un lado procedente del ojete de la asquerosa rubia. Un caño totalmente diferente a la que el gordo dejó en el suelo. Esta era muy marrón y casi líquida. Parecía una fuente derramando su asqueroso contenido sobre el colchón. Algunos pedazos pequeños un poco más salidos aparecían desperdigados en la ...