Merche y sus guarradas en el campamento - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el campamento

... morbo hacer sufrir al gordo sirviéndole el último.

El gordo dio el siguiente paso.

-A que este dedo no lo chupa – dijo sonriendo mientras, tras hurgarse en la nariz y sacar una buena porción de mocos. Dejó la mano apoyada en la mesa con su dedo hacia arriba destacando su asqueroso contenido.

La rubia rodeó la mesa, y más lentamente que antes, repitió la operación, pero demostrando con un gemido, que disfrutaba sin ningún asco de aquello.

-Uffff, que pedazo de puerca – dijo David excitado de poder ver una guarrada tan grande delante de su cara.

Merche levantando su cara, tragó con deleite el contenido de su boca para que los 4 la vieran como disfrutaba. A continuación, marchó a la cocina por los otros dos platos.

Cuando el gordo tuvo el plato delante, ya tenía en sus manos el cuchillo y el tenedor. Patatas fritas y 2 hamburguesas medianas. Cortó un trozo de hamburguesa, masticándolo rápidamente, lo dejó caer en el plato.

-Pruébala si está buena, Merche. Tiene un sabor raro –dijo guiñando a todos.

Por supuesto que la rubia recogió el guante lanzado por aquel niñato. En guarra no la ganaba nadie, ya lo sabemos. Agachó nuevamente su cuerpo para tapar un poco a las demás mesas lo que iba a realizar. Con sus dedos a modo de pinza cogió lo escupido por el puto gordo, una mezcla de carne y babas y se la llevó a la boca, marchando a continuación para la cocina a buscar las natillas caseras del postre.

Pronto apareció con una bandeja y las natillas. No había que fijarse mucho para ver que cada una traía un escupitajo encima de la crema.

-A ver si os gusta. Llevan un toque especial – dijo sonriendo mientras las dejaba en la mesa.

Una vez servido el postre ya los chicos se encargaban de recoger la mesa y no se volverían a ver hasta la merienda. Si quería forzar una quedada para follar, tenía que ser ahora. Todos se dieron cuenta del asqueroso añadido que llevaban sus natillas, pero no querían perder la oportunidad de follarse a semejante guarra. Con su cuchara probaron las babas de la rubia mezclada con natillas. Una vez más José Miguel el gordo, demostrando que era un guarro, recogió con la cuchara sólo las babas, y en voz alta dijo:

-Umma, exquisito. ¡Qué cosa Más rica!

Todos rieron.

-A las 4 en vuestro cuarto – dijo Merche. Y marchó a la cocina escuchando de lejos el alboroto de los niñatos en la mesa.

-Joder, como esta guarra tarde mucho me voy a desmayar. ¡Que puto calor!.

-Tuya ha sido la idea de estar con ventana y puerta cerrada, gordo.

-Así estamos más cerdos, joder. Verás cómo le gusta más a esa puerca.

El calor era insoportable. Era lógico que a esa hora todo el mundo estuviera en la piscina. Los chicos con sus monitores encargados de su control en la piscina grande. El personal colaborador y monitores libres tenían otra más pequeña al otro extremo, bastante alejada de la de los acampados.

Sin sujetador ni bragas. Un pequeño pantalón corto y una camiseta de tirantes. A pesar de vestir sólo ...