1. El video (II)


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Gays Autor: Fran, Fuente: TodoRelatos

    ... la amistad. Ninguno cedió a las exigencias del otro, y eso que lo intentaron retándose tácitamente en polvos que acabaron con una corrida desganada y el orgullo por los suelos.
    
    —Voy a romperte ese culito de putita que tienes —disparó Ricardo en los baños de la facultad de Derecho, a donde había ido para follarse a uno de los bedeles, quien le nombró por primera vez al profesor de Derecho Romano.
    
    —Tú no asistes a ninguna de mis clases, ¿verdad? —repuso Pedro, escudriñándole de arriba abajo.
    
    —¿Qué pasa, que solo te lo montas con alumnos o qué?
    
    —Con tipos como tú desde luego no me lo plantearía, pero no me importaría ser yo quien te rompa el culo a ti —le retó.
    
    —¿Quieres apostar?
    
    El desafío les llevó al despacho donde se encararon como en un duelo del viejo Oeste que ninguno quería perder. Los dos se bajaron la bragueta, sacaron sus rabos como si fueran el arma que persuadiría al otro. Una larga y delgada, joven pero experimentada, la otra gorda y babeante. Ambos se relamieron, pero lo disimularon para no exponerse. El joven dio un paso, acercándose al profesor. Le colocó una mano en el hombro e intentó empujarle para que se arrodillara. Opuso resistencia y no lo consiguió. Su táctica fue sentarse en ese escritorio robusto testigo de sus aventuras, abrirse de piernas y comenzar a masturbarse sin apartar la mirada de aquel joven descarado y arrogante. Ricardo también se pajeó sin moverse un ápice, conteniéndose incomprensiblemente porque, tal vez, si él cedía el otro lo haría también. Hicieron acopio de un estimable aguante, en esa tesitura correrse el primero era un símbolo de debilidad. Finalmente no lo hizo ninguno, interrumpidos por unos nudillos golpeando la puerta del despacho. Pedro se levantó, se colocó los pantalones y apuntó su número en un pósit.
    
    —Llámame si te atreves —le dijo al entregárselo.
    
    Ricardo le llamó ese fin de semana y el profesor le invitó a su casa.
    
    —No, terreno neutral. Vayamos a un hotel.
    
    Pedro accedió, aún con la sensación de que iba a ser tiempo y dinero perdidos.
    
    —¿Un sesenta y nueve te parece una buena tregua? —sugirió.
    
    —Podría ser —acordó el otro—, pero quiero follarte también.
    
    —Eso no va a ocurrir. O lo tomas o lo dejas.
    
    —Lo tomo y ya veremos.
    
    Para ninguno nunca antes un sesenta y nueve había sido tan milimétricamente calculado, tan frío pero a la vez tan excitante y no por el placer en sí, sino por la sensación de estar sometiendo al otro. De esa manera quisieron conformarse mientras se chupaban las pollas simultáneamente, sin hablar ni gemir; otro indicio de debilidad. Pero Pedro se corrió primero y Ricardo se lo tomó como una victoria.
    
    —Qué va, chaval —rebatió el profesor—. Lo que pasa es que eres tan buena mamona que me has hecho correrme antes. Lo tuyo son las pollas digas lo que digas.
    
    Ricardo no pudo controlarse y se levantó virulento, le empujó contra la cama y se colocó a horcajadas sobre su pecho obligándole a comerle la polla de nuevo hasta que se corrió ...
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