1. El video (II)


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Gays Autor: Fran, Fuente: TodoRelatos

    ... la de la persona que protagonizaba esas imágenes.
    
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    La sensación al despertarse junto a Pierre fue bastante agradable. Marcos no se había quedado a dormir demasiadas veces porque tras el éxtasis del orgasmo una fuerza de origen desconocido le empujaba a regresar a su casa para seguir pensando en Guille o directamente hablar con él a través de una videollamada. Pero esa noche había sido distinta y esa mañana también, pues su primer pensamiento del día no fue Guillermo, sino el francés a quien de repente vio con otros ojos, una energía renovada que se colaba como una suave brisa por la ventana junto a los primeros rayos de sol. Esbozó una sonrisa antes de desperezarse y comenzar la jornada de un martes cualquiera con la diferencia de que la noche anterior había follado hasta la extenuación. Todavía no sabía que aquel martes lo cambiaría todo y que se arrepentiría como nunca antes se había arrepentido.
    
    Que no tuviera noticias de Guille en toda la mañana le preocupó. Ni siquiera un «buenos días» con el emoji del sol, una nube o la lluvia, según el tiempo. Decidió escribirle para ver cómo estaba e interesarse por aquello que era tan urgente. No obtuvo respuesta a lo largo del día, así que al acabar la jornada laboral, en vez de dirigirse a su encuentro con Pierre tal como habían quedado, se fue a casa de Guillermo, en pleno barrio de Chueca, para aporrear la puerta si era preciso. «¿Por qué no contestas a mis mensajes?», le escribió, consciente de la ironía que suponía haber hecho lo mismo con él la tarde anterior. Lo que tal vez no esperaba Guillermo era que se presentara allí. Al abrirle la puerta pudo ver su rostro roto de dolor, un semblante totalmente desconocido en el que no había un atisbo de alegría ni brillo en los ojos a excepción del centelleo enrojecido consecuencia de haber pasado horas llorando.
    
    —¿Todo esto por un tío? —le preguntó Marcos, cerrando la puerta tras de sí. Quería abrazarle, pero al mismo tiempo darle un par de bofetadas que le espabilaran.
    
    —No, no es eso —afirmó Guillermo, regresando al salón, ataviado con un pijama de estampado infantil, antes de ovillarse con los cojines del sofá—. Soy un gilipollas. Tenías razón.
    
    Dedujo que Pedro no había dado señales de vida o que simplemente le había escrito para decirle que se olvidara de él. Sintió el impulso de espetarle el típico «ya te lo dije», pero se contuvo. Hacer leña del árbol caído solo serviría para causarle más dolor. Pero sentía que Guille debía madurar, que no podía abatirse de esa forma cada vez que un tío del que se encaprichaba le rechazaba. Le había aconsejado infinidad de veces que no se entregara tan rápido porque ya no era un adolescente. «Para ti es fácil decirlo porque tienes a tu francés», le repetía, casi a modo de reproche. Lo que Guillermo no sabía era que Pierre simplemente se trataba de un parche, un mero entretenimiento en busca del hombre perfecto, pero que este no llegaría nunca porque Marcos no era capaz de sacarse a Guille de la ...
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