Un trabajo inesperado (2) - Relatos Eróticos

Un trabajo inesperado (2)

... puerta se abrió automáticamente y supuse que nos veían a través de una cámara. Conduje medio centenar de metros entre árboles hasta llegar a la puerta principal de una enorme casa. Salimos del coche y según subíamos los escalones que daban acceso a la puerta está se abrió. Apareció una mujer vestida con una elegante bata de vuelo que le llegaba hasta los pies. El color era oscuro, pero tenía cierta transparencia y se podía distinguir ligeramente que bajo ella solo llevaba la ropa interior.

- Hola Marta!

- Hola Rita! Que tal está?

- Muy bien! Me alegro de que hayas venido tan pronto! – dijo mirándome con descaro mientras se daban sendos besos en las mejillas.

- Este es mi nuevo ayudante, Renzo!

- Me alegro de conocerte chico! – contestó con cierto desdén utilizando la palabra chico en vez de mi nombre. Casi me sentí un objeto en ese momento.

Entramos al salón que era enorme y se sirvió una copa invitándonos a otra. Yo miré a Marta e hice lo mismo que ella, rechazarla.

Marta sugirió que fuéramos a la sala que quería redecorar y la seguimos por un largo pasillo. Yo llevaba un maletín que me había proporcionado Marta en que guardaba utensilios para medir y una cámara de fotos para tener imágenes de los sitios a decorar.

- Si que se pueden hacer cosas aquí! Renzo, saca unas fotos y toma las medidas. Esto necesita unas horas de estudio!

Comencé a hacer lo que me ordeno y al momento volvió a hablar.

- Te dejaré aquí a Renzo mientras hago otra visita. Ves diciéndole lo que habías pensado para cambiar la sala y tomará nota de ello. Si necesitas cualquier cosa solo tienes que pedírsela, estará encantado de complacerte!

Sus palabras podría decirse que eran indirectas, aunque a mí me parecieron muy directas sabiendo lo que escondían.

- No hace falta que me acompañes Rita, ya conozco la salida. Volveré en un par de horas!

La sonrisa de Rita se hizo más amplía y las dos mujeres se despidieron con sendos besos de nuevo. Al quedarnos solos me sentí más incómodo sin saber que hacer. Ya había hecho un montón de fotos y había apuntado las medidas. Rita se movía a mi alrededor de forma sinuosa desplegando una sonrisa pícara. La bata tipo vestido, iba abrochada con un ancho cinturón que se ceñía a su estrecha cintura y al andar se abría dejando ver gran parte de sus piernas subidas en unos altos tacones. También se había abierto algo más el escote al marcharse Marta, y me ofrecía una buena panorámica de sus contundentes tetas, seguramente operadas por lo que me había comentado Marta.

Yo no paraba se sonreír mirándola de vez en cuando hasta que me atreví a decir.

- Es usted muy guapa, Rita!

- Gracias chico! Tu tampoco estás nada mal! – contestó con cierta superioridad.

- Ya has acabado? – me preguntó.

- Pues creo que sí! Supongo que ya tenemos material suficiente!

Sin cortarse se acercó frente a mi y abriéndome la chaqueta paso la mano sobre la camisa que se ceñía a mi pecho.

- Yo también quiero ver el ...