Un trabajo inesperado (2) - Relatos Eróticos

Un trabajo inesperado (2)

... notara que mi ego se había resentido.

- Marta Fuster.

- Y que edad tiene?

- Cincuenta y ocho muy bien llevados. Es una mujer atractiva, estilizada y elegante. Tendrás que ponerte algo más decente de lo que llevas habitualmente!

- Pero si no tengo nada!

- Tranquilo, ella te lo proporcionará. Va incluido en el trabajo, jajaja!

No quería parecer inquieto, pero no pude evitar preguntar.

- Y cuando conoceré a la tal Marta?

- Hoy mismo. Le he dicho que irías sobre las once!

Ahora sí que me sentí tocado. La muy zorra sabía que iba a aceptar de antemano, pero no quise incidir en el tema.

- Esta es la dirección! – me dijo alargándome un papel.

Me vestí y me marché algo cabreado al darme cuenta que Jaci era capaz de leerme los pensamientos de una forma tan fácil, pero no quise darle vueltas al asunto. A la hora indicada estaba en la sala de espera de una oficina situada en el centro.

- Pasa, la señora Fuster te está esperando! – me dijo una mujer guapa y elegante que flanqueaba la puerta de la oficina.

Entré a un despacho amplio con una decoración exquisita, vamos, que estaba totalmente fuera de mi entorno natural. Tras una amplia mesa de buena madera, seguramente nogal, se sentaba la tal Marta. Una media melena, morena con algunas mechas, adornaba el contorno de su cara. Una cara con sonrisa discreta y marcados pómulos que no dejaban indiferente a ningún hombre. Desde luego no aparentaba los cincuenta ocho años que me había dicho Jaci que tenía.

- Hola, tú debes de ser Renzo!

- Así es, señora! – contesté con la mayor educación que podía manifestar mi voz.

- Vienes muy bien recomendado por Jacinta. Supongo que te ha contado algo de lo que va este trabajo!

- Si, claro. No me ha dado excesivos detalles pero si la esencia!

- Bueno, en principio habrá que vestirte algo mejor. A los sitios que vamos hay que ir ciertamente elegantes ya que nuestra primera misión es impresionar a los clientes! Se quedó como queriendo decir algo más sin dejar de mirarme a los ojos, y continuó para ver la expresión de mi cara. – Mejor diría que a las clientas!

Sonreí levemente sin querer que pareciera ostentoso por saber a lo que se refería. Ella era sutil, y yo también tendría que serlo.

- Por supuesto señora, los clientes… - rectifiqué haciendo una aclaratoria pausa - las clientas son lo primero!

- Veo que lo vas entendiendo. En este negoció la presencia es tan importante o más que la propia decoración!

Se levantó de la mesa y la rodeo hasta llegar a mi lado. Giro en mi derredor haciendo una inspección de mi cuerpo con detalle. Paso su mano por un de mis hombros y continuó por la espalda hasta llegar al otro. Después se quedó frente a mi y paso sus finos y largos dedos por mi pecho.

Consiguió que me sintiera inquieto, nervioso, incluso incómodo, pero supuse que era la primera prueba. Alargó una mano hasta el teléfono que había sobre la mesa y pulsó uno de los múltiples botones.

- Cintia, que no nos moleste ...