1. El pequeño maldito


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... ingenua madre se dejaba filmar sin saberlo mientras le chupaba la pija a quien al fin y al cabo era mi compañero de escuela, un chico apenas un año más grande que yo, pero con un carácter que me llevaba diez años por lo menos.
    
    —Bueno, voy a dormir —dije, metiéndome en la cama mientras él se acomodaba en un colchón extra que teníamos para visitas inesperadas como la suya—. Mirá que me duermo enseguida y encima me duermo muy profundo —aclaré después, tendiendo mi telaraña—. Si necesitás algo, despertame. Pero para que me despierte me vas a tener que sacudir y a lo mejor hasta gritar, porque como dije, duermo muy profundo. Pero no tengas vergüenza de despertarme, solo que vas a tener que esforzarte mucho porque tengo un sueño muy duro.
    
    —Tranqui. Ya sé en dónde está el baño y la cocina, por si me agarra sed, así que no te preocupes. Dormí tranquilo —respondió él con la simpatía en sus máximos niveles. Es sabido que los chicos malportados parecen unos angelitos cuando están en casa ajena.
    
    Me di la vuelta y para ser más creíble empecé a respirar profundamente como hacen los dormidos, y hasta largué algunos ronquidos y eso que no sabía que podía fingir ronquidos, pero esa noche aprendería muchas cosas.
    
    El plan funcionó, aunque Ramón resultó mucho más zorro de lo que pensé, porque se esperó su buen tiempo para hacer sus jugarretas. Sentí que se levantaba de su colchón y salía de la habitación. Entonces esperé unos segundos y seguí sus pasos, con sigilo. La luz del baño no estaba encendida, cosa que no me sorprendió, lo que solo dejaba una opción en cuanto a su ubicación.
    
    Me encaminé hasta el dormitorio de mi querida madre. El mismo dormitorio en donde a veces yo dormía junto a ella, cuando extrañaba esa costumbre de años atrás, pero eso también estaba en nuestro cajón secreto y además me estoy yendo de tema. Había ido en puntitas de pie, sigiloso como un ninja y me puse detrás de le puerta. Los escuché hablar.
    
    —Acá no —decía mi mamá, y aunque intentaba hablar despacio la humedad del día hacía que todo sonara más fuerte—. Markitos te puede ver. Por favor, salí, te prometo que nos vemos a ver de nuevo, pero ahora no. No, te digo que no, salí de la cama. Soltame. Me estás lastimando —estuve a punto de irrumpir en el cuarto al escuchar esas negativas de mamá, porque una cosa era que le hicieran esas cosas cuando ella quería, y otra muy distinta era meter la verga en una mujer que no quería hacerlo, pero luego de sus esfuerzos por sacárselo de encima, largó—: ¡Ay! Despacito. Ya te dije que la tenés muy grande. Primero despacito, hasta que se dilate.
    
    Entonces detuve mis intentos de caballero blanco, porque mamá se estaba entregando a pesar de que en principio se negaba y de todas formas esa negación era porque no quería que yo me enterase de lo que estaban haciendo y no porque no quisiera que mi compañerito de escuela le metiera esa pija tan enorme que tenía a pesar de su baja estatura.
    
    La escuché a mamá gemir a pesar de que ella misma ...