1. El pequeño maldito


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    Placeres Prohibidos
    
    El pequeño maldito
    
    Mamá era diferente. De más chico no me percataba de ello, pero en la medida que fui creciendo empecé a compararla con otras madres, principalmente las de mis compañeros de escuela, y así pude confirmar la afirmación que acabo de hacer. Para empezar, al lado de las mujeres que se me hacían viejas y gruesas, mamá parecía una estrella de Hollywood. Tenía el pelo negro. No castaño oscuro, sino negro negro. Y era largo y frondoso. Su piel era marrón, pero no de ese marrón de las personas de barrios pobres, con pieles descuidadas e irregulares. La piel de mamá era pulcra, sin imperfecciones ni irregularidades, y la suavidad que tenía era casi palpable. Además, era mucho más joven que las madres que yo conocía, pues me había parido cuando apenas contaba con dieciséis años.
    
    Como dije, mamá era diferente. Pero eso no era solo por sus cualidades físicas. Tenía un carácter muy débil y era muy ingenua. Si yo fuera un chico malicioso me aprovecharía de esas debilidades. Pero en realidad salí a ella, ingenuo y dócil, y menos inteligente que ella en ciertas cosas. Así que como madre e hijo hacíamos un buen equipo. Ella me compraba todo lo que quería, que igual no era mucho, y me cocinaba cosas ricas, y yo me portaba bien y la quería y veneraba como debe venerarse a una madre. A pesar de que trabajaba bastante se las arreglaba para hacerlo cuando yo estaba en la escuela así que siempre estaba presente para mis necesidades, las cuales no eran solo materiales sino de afecto. Yo por mi parte, como dije, era un buen chico que cuando ella me decía algo lo entendía y lo acataba. Papá nos había abandonado y ella había quedado muy triste, igual que yo. Así que nos teníamos el uno al otro y yo era feliz haciéndola feliz y viceversa.
    
    En la escuela me hacían lo que llaman bullying. Pero en general no lograban herirme porque yo estaba tan acostumbrado a estar en otro mundo que las palabras no me herían, aunque debo reconocer que eso se debía en parte a que siempre fui corto de mente y no terminaba de entender muchas de las cosas que me decían hasta después de un rato. Más de una vez, al verme inmune de burlas e insultos, optaban por golpearme. Pero también terminaban por aburrirse de eso, e incluso eran mis propios compañeros que a veces me molestaban los que terminaban por defenderme de los más violentos.
    
    Cuando tenía seis años casi no pude entrar a la escuela normal porque decían que no tenía el coeficiente necesario. Pero con el tiempo me enteré de que, en realidad, si bien tenía dificultades, no es que fuera un estúpido, sino más bien que era diferente, que veía las cosas desde otra perspectiva y que además me costaba mucho comprender cosas como la ironía y otras cosas que a los demás no les costaba. Dicho esto, en el tiempo en que debía empezar la escuela el diagnóstico se redujo a que simplemente no cumplía con los requisitos intelectuales mínimos, cosa que sería refutada por médicos más expertos en un futuro ...
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