1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (4)


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... ceniza ya en las patillas, engominado y echado por completo hacia atrás, sujeto por una elástica goma crema y los descuadrados dientes amarillos asomando en su burlesca sonrisa, como siempre.
    
    — ¡Atrevido! le grito, –con una sonrisa de oreja a oreja– pero no se amedrenta.
    
    —Tan viejo y… ¿Todavía molestando a las mujeres con las que se cruza? ¡Le voy a contar a mi marido! Lo sentencio y Eric se carcajea un poco.
    
    — ¡Solo lo hago con las Mademoiselles elegantes y hermosas en estas mañanas frías! Las otras, gorditas y feas, esas se las cedo a mi amigo Pierre.
    
    Deja Eric salir sus piropos en su español afrancesado, desde lo alto de la terraza hasta caer en mi rostro cubierto a medias por la sombra del sombrero, a un metro del muro lateral que entre Pierre y él, han pintado con mensajes de paz y amor, con el rostro en un opaco negro del Che Guevara fumando tabaco, superpuesto sobre una gran estrella roja y al lado, apenas el bosquejo inacabado de Bob Marley. Por lo visto, creo que este «man», es otro más que no me reconoce. ¿O sí?
    
    —Me… ¿Meli? ¡Meliiii, mi vidaaa! Pero… ¿Qué haces tú por aquí? ¿Camilo sabe? ¡Mon Dieu! A mi amigo le va a dar un «patatús». ¡Pieeerre! Ven para acá, adivina quien ha regresado. —Eric grita y se cuestiona mentalmente algo, con la mano derecha puesta sobre las arrugas de su frente, aunque eso sí, sin soltar para nada su fumable tesoro. Pierre no aparece por la terraza y yo tengo prisa.
    
    — ¡Bon día, Eric! le saludo cortes y de inmediato me despido. —Otro día hablamos con calmita. ¡Salúdame a Pierre! Concluyo.
    
    —Meli, esta noche nos pasamos por tu casa para festejar como se debe tu retorno. —Y ahí si me preocupo un poco pues no quiero interferencias.
    
    —No se va a poder Eric, tenemos muchas cosas pendientes y pocas horas para resolver y te agradecería que no aparecieran por allá. —Le respondo, quizá de forma más seca de lo que debería, y me doy media vuelta para continuar.
    
    Un paso, otro más y al tercero a mi espalda escucho a Eric decir…
    
    —Trátamelo bien Meli, mi amigo ha sufrido mucho. ¡Él te ama como nadie!
    
    Se me escapa un suspiro, lento y pausado en extremo y a la vez largo, cargado de angustia. Sí, cuanta sincera amistad existe en su mundo alterado y tanta esperanza para mí en sus palabras, –y a mi mundo tan perturbado– que son por supuesto como otro peso muerto más en la cadena apostada en mis pies. ¿Qué le habrá contado mi esposo a estos dos?
    
    ***
    
    Giro a mi derecha y allí está la casa. Por supuesto siento palpitar con fuerza el corazón. Los muros que la delimitan ya no están teñidos del verde bambú que la destacaban de entre las demás. Resplandece la cal sobre ellos. Y la casa ahora luce en sus paredes el ocre claro que Camilo quiso en un principio.
    
    Los marcos de puertas y ventanas siguen inmaculadamente blancos, al igual que los postigos y las canaletas. No así las barandas de madera del porche, que ahora están muy pulidas y se muestran al natural, pero barnizadas. El techo a dos aguas ...
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