1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (4)


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    4. Tres encuentros y dos consejos.
    
    Los tacones de mis sandalias van produciendo un sonido tan fuerte y profundo al pisar los adoquines de la plaza que conducen al puente de la Reina Emma, que en verdad ya me desagrada, pues es como si con cada losa de piedra pisada por el respectivo tacón, palmotearan entre ellos celebrando mi desgracia y con su sonido parco, quisieran opacar mis pensamientos y de paso, con el ruido seco de mi andar, despertar a toda Punda clamando por atenciones y no quiero eso, ya no puedo más. ¡Solo deseo pasar desapercibida y que el silencio de la madrugada sea quien envuelva mi tristeza o mi ilusión por el encuentro!
    
    Es muy temprano aún y pocos son los turistas que se aventuran a pasear el alcohol de sus trasnochos a estas horas, así que por lo visto, soy la única humana allí, nostálgica y náufraga en medio de la plaza. Una espigada estructura sosteniendo las horas, dos viejos cañones medio oxidados a mi diestra, una palmera no muy alta a la izquierda y mi felicidad pasada, tamborileando en mi pecho los recuerdos, antes de cruzar hacia Otrobanda.
    
    Pero debo detenerme un momento, –acaba de llegar a mi mente una bonita evocación– en frente de la escultura de un corazón enmallado al borde del muelle, y en él busco con detenimiento entre la multitud de candados aferrados, el nuestro. Uno pequeño con el arco de cierre cromado y el cuerpo pintado de rojo carmesí, que entre los dos colocamos con nuestras tibias manos, al poco tiempo de terminar con las obras de remodelación, a modo de celebración y en conmemoración de nuestra unión para siempre y que coronamos con un dulce beso.
    
    Hummm… ¡Aunque se terminara tan pronto!
    
    No puedo ubicarlo y eso me llena de mayor aflicción y desasosiego. Estiro mi mano derecha y toco uno muy parecido. No es este, así que dejo el bolso en el suelo y con la izquierda muevo otro y otro, y otro más, pero nada. Me agacho, la tela de mi vestido en gran parte le hace el ruedo al terracota suelo al doblar las piernas y con ambas manos, levanto unos cuantos más pero no lo veo y me impacienta no encontrarlo. No quiero pensar que sea un mal presagio, aunque no por ello puedo evitar que una lagrima recorra mi mejilla, así que mejor ceso los intentos por ahora para un… ¿Después? ¡Sí! si de pronto… Si pudiera ser… Si es posible que más tarde hoy… Entre los dos podamos pasar de nuevo, unidos o separados, pero mi marido y yo, hallarlo entre tantos.
    
    Qué estupidez la mía. ¡Idiota, pendeja, estúpidaaa! Aun no hablamos… Nada. No le he contado la verdad sobre lo que finalmente descubrió y mucho menos de aquello otro. Lo que no sabe de mí y ni se imagina. Así que no tengo certeza de que logre conseguir su perdón, intentar de que me comprenda y conmoverlo si quiera un poco, o lo que es más lógico que llegue a suceder, que Camilo nada más al comenzar yo mi confesión, me saque de forma definitiva fuera de su corazón, directo a la mismísima mierda y yo aquí, –con tan solo una pareja de pelícanos marrones por ...
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