1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (4)


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... menos lo esperaba, y con quien si apenas crucé tres o cuatro frases al momento de elegir el color de mi auto nuevo y estampar mí rubrica en los documentos respectivos, pues de lo demás se encargó mi esposo, inclusive de recogerlo y llevarlo a casa. Ese vendedor de automóviles y camiones que se convirtió con el tiempo para Camilo, –y algún que otro negocio tiempo después para la constructora– en algo más que su simple asesor comercial, casi un hermano.
    
    Su íntimo amigo, prácticamente su confesor y guía espiritual, del cual yo tuve mis reservas desde aquel día que le conocí, cuando mi esposo insistió en adquirir un auto para facilitar mis desplazamientos y continuar con aquella pantomima en la que juntos convinimos actuar, tan solo para complacer, –una vez más– mis infantiles caprichos, otorgándome el gusto de sentirme útil y empoderada.
    
    Y con ese Audi A1 Sportback rojo Misano, comenzamos curiosamente, Camilo y yo, a separar nuestros caminos.
    
    — ¡Bon dia! —Me dice la mujer al cruzarnos a mitad del puente.
    
    — ¡Buenos días señora! —Digo yo sonriente, respondiendo a su amable saludo.
    
    Ahora mi cuerpo se inclina levemente hacia mi izquierda, debo abrir el compás de mis piernas sobre el diagonal tablado para afirmarme mejor y mantener mi balanceo. Y es que por estar sumida en mis pensamientos, he pasado por alto el sonido del silbato y el agitar de la bandera. ¡Ni escuché, ni ví!
    
    La estructura del puente ahora va girando hacia la derecha, para dar paso hacia el exterior de la bahía a algún barco. Me acerco a las barandas aferrándome al larguero superior. La señora procede de igual forma pero ella en el costado derecho. Hay que darle paso a un remolcador y un poco más atrás, se acerca cauto un yate no muy grande que procede del interior de la bahía de Santa Ana. De seguro que es de aquellos que prestan el servicio a turistas interesados en bucear junto a las tortugas y pasar todo el día disfrutando del azul turquesa y la blanca arena, en los alrededores de la Klein Curaçao.
    
    Miro la hora en la pantalla del móvil, pues debo permanecer aquí al menos veinte minutos. ¡Mierda! Se me va a hacer tarde ahora sí. Ni modos de avisarle pues no tengo ya su número. Lo cambió, cuando decidió unilateralmente darme un tiempo y el espacio que no le pedí.
    
    El cruce del remolcador es bastante más rápido que el del otro barco, pues como lo pensé, el yate cumple con la función de permitir disfrutar el panorama y su capitán va indicando con su brazo estirado a los turistas que transporta, algo de interés al otro lado, en Punda. Hay sobre la cubierta de popa, un guapo rubio sin camisa; alto, de larga melena semi ondulada y musculados brazos tatuados, trapezoidal su depilado torso, dientes perlados y alineados. Luce un bronceado hermoso, seguramente tras varios días dorados. ¿Será australiano? Me saluda con el agitar de su mano, acompañando el gesto con un beso que lanza por los aires, hacia mí.
    
    Yo le sonrió la gracia, y sí, por educación levanto mi brazo ...
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