The Loud House: El tiempo vuela - 15 - Relatos Eróticos

The Loud House: El tiempo vuela - 15

... hadas con la que había soñado y la razón primordial por la que había decidido intentar convertirse en modelo.

Y como ahora podía codearse con la crema innata de la sociedad de Royal Woods, no era de extrañar que hubiera sido invitada a tal evento de gala, por lo que ahí estaba ella, llevando un vestido escotado de color azul cielo que presumía lo generosa que había sido la genética con ella, tomando una copa de champagne rodeada de las novias y esposas de otros hombres ricos de la ciudad y riendo sobre los últimos cotilleos que se decían en las altas esferas.

No obstante, tanto alcohol que había consumido ya había empezado a pasarle factura a su cuerpo, por suerte para ella no en la forma de un mareo que fuera avisando de una eventual borrachera, sino en forma de una presión en su vejiga que pronto no podría controlar.

Se excusó con las otras mujeres y se encaminó al baño con el objetivo de liberar esa molesta presión y mientras lo hacía, notó algo curioso: una de las meseras, una morena de bonito cuerpo y pelo negro, que parecía haberla estado vigilando, sonrió cuando fue al baño y se apuró a acercarse a hablar con otra de las invitadas, una morena de largo cabello castaño y bonito cuerpo (aunque no tan bien dotado como el de ella) que llevaba enfundado en un vestido amarillo. Aunque no hablaba mucho con ella y por lo tanto no eran tan cercanas, Lindsay la conocía: era Lacey St. Clair, y era la dueña de uno de los mejores criaderos de perros en el estado, ganadores de varios premios. Con una sonrisa, Lindsay recordó otra cosa interesante de esa mujer: era la rival y enemiga de la gemela de su propia rival y enemiga, Lola Loud. Sonrió un poco para sí, con eso que tenían en común quizás habrían podido haber llegado a ser buenas amigas. Pero eso no le importaba ahora, lo importante era llegar al baño a hacer lo suyo para seguir conociendo a las mujeres con las que sí esperaba trabar amistad, por lo que continuó caminando, sin darse cuenta de que aquella mesera morena había logrado levantar a Lacey de su mesa y ahora, estaban caminando en su dirección.

Lindsay llegó al baño y comprobó lo bonito que estaba, con las paredes cubiertas por pintura marrón, el piso seco y adornado por vitropiso blanco de la mejor calidad, todo en orden, oliendo a limpio y hasta había varias plantas haciendo todavía más agradable el ambiente, definitivamente iba bien con el hecho de que estaban en uno de los salones más elegantes de la ciudad.

Apenas iba a elegir a cuál baño entrar a hacer lo suyo, cuando la puerta detrás de ella se abrió y al girarse para ver quién le haría compañía, no pudo evitar sorprenderse al ver que habían entrado la mesera y Lacey.

—¿Pero qué…? —preguntó Lindsay en voz baja por esa serie de acontecimientos tan sospechosos.

Mientras tanto, Lacey se giró para ver a la mesera y dijo:

—Bien, ¿dónde está eso que querías que viera?

Sin embargo por toda respuesta, Meli dibujó con sus labios una sonrisa perturbadora y se giró ...