The Loud House: El tiempo vuela - 15 - Relatos Eróticos

The Loud House: El tiempo vuela - 15

... la respuesta de su hermana, pero mientras lo hacía, una idea se comenzó a gestar en la cabeza de Lana.

—De hecho… —comenzó— Creo que es muy buena come coños. Creo que sería una pena que su talento se desperdiciara siendo “una funda para pene”.

Ante esa insinuación, Lola levantó las cejas sorprendida, pero luego sonrió y preguntó:

—¿Estás insinuando lo que creo que insinúas?

Lana sonrió con perversidad y respondió:

—Sí. Voy a quedarme con Lacey para mí. ¿Te importa?

La sonrisa de Lola se ensanchó, besó a su gemela y respondió:

—Solo si también podemos quedarnos con Lindsay.

Lana rio antes de responder:

—Hecho.

Y así, las dos gemelas habían acordado quedarse con esas dos mujeres como sus propias esclavas y esconderlas del amo Lincoln. Tener sus propias esclavas, les parecía más picante ahora que subir en el rango jerárquico del harem.

—¿Te molesta si cambiamos de juguete? —preguntó Lola sacando a Lana de sus pensamientos— Quiero experimentar de primera mano la lengua de tu perrita.

Lana volvió a reír y respondió:

—Adelante.

Para después ponerse de pie y dejarle el espacio libre a Lola para que jugara con Lacey mientras ella se dirigía con Lindsay quien así como Meli detrás de ella, ahora se masturbaba en espera de más órdenes.

Y mientras contemplaba esa escena, Lana se dio un momento para preguntarse si debería contentarse con esas tres (o cuatro si contaba a Lola) esclavas o ser ambiciosa e ir por más.

***

Momentos más tarde, Lynn Jr. había arribado a aquel lujoso salón de fiestas para intentar frustrar los planes de Lana. Se hallaba caminando por las afueras de este buscando un buen lugar por donde colarse, cuando…

—¿Se te perdió algo?

Con el corazón casi saliendo de su pecho, Lynn se giró y se encontró con Lana, quien le miraba con una sonrisa de burla en su rostro y para empeorar más las cosas, llevaba el reloj hipnótico en la mano.

—¿Creías que no nos dimos cuenta de que nos espiabas y que querrías arruinar nuestros planes —continuó Lana—, bueno, ahora te uniré a mi propio harem.

Y tras decir eso, empezó a balancear el reloj enfrente de los ojos de su hermana, sellando su destino.

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