The Loud House: El tiempo vuela - 15 - Relatos Eróticos

The Loud House: El tiempo vuela - 15

Si bien por fuera la casa Loud podría parecer una casa común y corriente más en aquel vecindario de clase media, esa idea no podía estar más alejada de la realidad, pues dentro de sus muros se urdían los más depravados actos sexuales que pudiera concebir la perversa mentecilla de Lincoln Loud con cualquier mujer que se encontrara o le llevaran, todo cortesía de un milagroso reloj que el hombre había encontrado en el ático de su casa que tenía el poder de poner en un trance hipnótico a cualquiera que le viera balancearse cual péndulo y ya en este, lavarle el cerebro para convertirle en su esclava sexual… eso sí le iba bien a la víctima, pues Lincoln no reparaba en también convertirles en otras cosas, desde animales sexuales hasta objetos de decoración.

Durante las últimas semanas Lincoln había reunido una gran cantidad de mujeres mentalmente esclavizadas por este método y al ser tantas, entre ellas habían surgido rencillas por el puesto de ser la esclava más importante para el albino y aunque él podía detenerlo cuando quisiera, luego de un rato le agarró la gracia y lo dejó ser. Claro, no todas las esclavas habían decidido entrar al juego de poder y ya fuera por estar incapacitadas (como estar de momento convertidas en animales sexuales, en objetos o directamente con la mente dañada) o por voluntad propia, habían decidido mantenerse neutrales en ese pequeño “juego de tronos” sexual que se estaba librando dentro de la casa, y hasta el momento, Lana Loud era una de estas últimas. Desde que había abrazado la vida de esclava sexual de su hermano mayor, Lana había estado feliz solo siguiendo órdenes, copulando o sirviendo como entretenimiento para su hermano al hacerle sensuales bailes llevando casi nada de ropa. Sin embargo, la gota que había derramado el vaso que era su paciencia había sido el otro día cuando Lori, la mayor de todos ellos, había llegado trayéndole más esclavas para su creciente harem y aunque Lincoln hacia unos días parecía bastante contrariado por comenzar a tener más esclavas de las que podía gestionar, ya parecía que eso no le molestaba tanto, pero para Lana, significaba que bajaría un par de escalones más en la lista de popularidad del amo y eso, ya no se lo podía permitir.

Esa tarde Lana se hallaba tumbada en la cama de lo que antaño fuera su habitación antes de alcanzar la mayoría de edad e independizarse de sus padres al lado de su hermana gemela. Solo llevando su revelador traje de bailarina de harem, no hacía nada más que estar mirando el techo con la cabeza apoyada sobre sus brazos. Su cabeza era un revoltijo de ideas cuando de repente, la puerta de la habitación se abrió de un golpe y al girarse a ver quién era quién interrumpía su momento de meditación, se vio a sí misma, no llevando nada en cima más que una diminuta tanga rosa y dejando al descubierto sin ningún pudor sus jugosas tetas de pezones rosados todo erectos debido al constante estado de excitación al que Lincoln tenia sometidas a sus esclavas.

—¡Hola, ...