En la cama con mi madre - Relatos Eróticos

En la cama con mi madre

... acción. La acosté con suma delicadeza sobre mi cama, como sí sé tratase de una muñeca de porcelana para luego bajar hasta su intimidad y aspirar el aroma de su deseo. Desabotone su short y tomándolo entre mis dedos, lo bajé hasta quitárselo por completo, dejando a la vista un ajustado cachetero gris claro, y no pude resistirme, bese su vulva sobre la tela, y moje la línea de su vagina con mi lengua.

Quité su cachetero, dejando visible su flor de loto y sus labios como pétalos, mojados por el rocío de su vagina. Acaricié sus suaves muslos, sintiendo su calidez en mis manos, mientras besaba y lamía toda su zona vaginal, sintiendo sus bellos rizados en mi mandíbula y mi nariz, moví la lengua en forma de “U” alrededor del glande del clítoris, para luego introducir la lengua en la cavidad vaginal, provocándole arcadas de placer.

Recorrí su vientre y su abdomen con mi lengua, hasta llegar al valle entre sus senos, que tomé en mis manos para acariciarlos y llevarme uno de ellos a la boca, para que mi madre me amamantara como solía hacer cuando era pequeño. Roce la piel de su pecho por encima de sus senos, causando que se erizara al paso de las yemas de mis dedos, y causando que sus pezones se endurecieran más de lo que ya estaban.

Palpé su vagina he introduje mis dedos en ella, pudiéndola sentir completamente empapada y sabiendo que ya podía penetrarla. Tomé sus piernas por los tobillos, abriéndoselas cómo las puertas de un Lamborghini, para luego introducir mi pene con fuerza en su vagina, haciéndola soltar un fuerte alarido de placer que llenó toda la habitación. La folle con rudas estocadas, que fueron respondidas con una estela de gemidos nacidos del estasis sexual, provocado por mi pene al estimular las raíces del clítoris a través de las paredes de la vagina.

Bajé sus piernas para sostenerme de su cintura, pero ella tomando la iniciativa, sé dio la vuelta y sé acostó sobre una torre de almohadas dándome la espalda y separando sus voluminosas nalgas, dejándome ver el agujero de su culo invitándome a entrar en él. Introduje la cabeza del pene entre sus nalgas, y ahora sí sosteniéndome dé su cintura, con rudeza lo metí por completo en su apretando culo, haciéndola gritar de dolor y placer perverso. Y dejándome llevar por el morbo y la excitación, la sostuve por el pelo jalándoselo hacia atrás, para luego darle una sonora nalgada, dejando la silueta de mi mano sobre su pálida nalga, mientras continuaba penetrándola por de tras.

Soltando su sedosa cabellera, la rodeo con mis brazos, adhiero aún más la pelvis contra sus tersas nalgas, mientras mi pene sigue atravesando el conducto de su culo, que lo recibe gozoso, encerrándolo entre sus húmedas paredes. Paso los brazos por debajo de los suyos, para mimar sus senos, apretándolos entre mis manos, causando que sus pezones respondan a mis caricias endureciéndose.

Llevo una mano hasta su pubis y me detengo en la vulva hasta sentir entre mis dedos el clítoris, tenso de placer. Dé esa forma, ...