1. Mi odiosa madrastra, capítulo 11 + epílogo


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... vuelto a nombrar a papá, pero sin embargo su presencia no nos abandonaba. Imaginé que era imposible que ella no hiciera una comparación entre nosotros. Papá había logrado mantener una relación con ella durante bastante tiempo, gracias a que aceptaba la manera de ser de Nadia. No estaba seguro de si permitía que se acostara con otros hombres, pero era una idea que por algún motivo no me parecía descabellada. Y sin embargo yo no era papá. Tener una novia a la que todo el mundo se la quería coger, era algo que me superaba. Esa relación estaba destinada a ser un tormento para mí. Además, tenía que sincerarme conmigo mismo. Lo que yo sentía por ella iba más allá de una atracción sexual. Ahora que la tenía sentada sobre mi cama, no podía negar que quería con todo mi corazón a esa mujer. Un cariño que estaba a un paso de convertirse en amor.
    
    El plato pareció vaciarse demasiado pronto. Pero por suerte quedaba el postre. Ese encuentro se tornaba sumamente agridulce.
    
    — Y si te prometiera que no voy a insistirte, ni a molestarte, ni a hacerte ninguna pregunta cuando salgas a algún lado, o cuando vuelvas tarde de algún lugar… si te prometiera todo eso ¿Te quedarías? —pregunté.
    
    — Creo que ambos sabemos que eso no va a ser posible —respondió ella—. Y de hecho, es normal que no lo sea. El problema es que al estar juntos todo el día, las cosas se confunden.
    
    Muy a mi pesar, debía reconocer que lo que decía era cierto. La idea de que yo estuviera esperando en el departamento mientras ella andaba por ahí cogiendo con otro, era algo que jamás podría aguantar. No valía la pena mentirse a uno mismo.
    
    Nadia cortó un pedazo de budín. Se lo veía esponjoso, con la consistencia perfecta. Aún estaba tibio. Me lo acercó a la boca. Sabía tan delicioso como se veía.
    
    La agarré de la mano, y se la acaricié. Nos quedamos en silencio unos segundos, mientras terminaba de tragar el budín. Tironeé de su mano, notando que no oponía ningún tipo de resistencia, por lo que continué haciéndolo hasta que la llevé a mi entrepierna.
    
    — Y hoy… ¿Tenés ganas? —pregunté, mientras la hacía sentir la dureza de mi verga.
    
    — Creo que hacerlo de nuevo sólo nos lastimaría —respondió ella, no obstante, no retiraba su mano.
    
    — Lo que me lastimaría es que vengas a mi cuarto con ese vestidito y me dejes así de caliente.
    
    — Ya te lo dije León, esto no funciona así.
    
    — Yo sé cómo funciona —dije, con cierta arrogancia—. Si los dos tenemos ganas, no hay que reprimirnos. A veces es así de fácil —agregué, cerrando mi mano en la de ella, para obligarla a imitar mi movimiento y hacer que sienta mi miembro con más intensidad.
    
    — ¿Un polvo de despedida? ¿Eso es lo que querés? —preguntó.
    
    — Llamalo como quieras —dije—. Yo solo tengo unas ganas locas de cogerte.
    
    Si yo lo veía como un polvo de despedida, ella probablemente lo vería como un polvo por compasión. Pero poco me importaba la excusa que nos llevaría a intimar nuevamente. lo que valía era que los dos quisiéramos ...
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