1. Mi odiosa madrastra, capítulo 11 + epílogo


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... interesante —replica ella.
    
    —Entonces tendríamos que hacerlo —Me preparo para estirar la mano y atraerla, hasta hacerla sentar en mi regazo—. ¿Ves? —le digo una vez que le tengo encima de mí, sintiendo su macizo orto en mis piernas.
    
    —¿Macizo orto? —dice ella, indignada—. Qué manera tan vulgar de describirme.
    
    —Es que ya describí tu culo de miles de maneras, y no se me ocurren otras —le digo, y luego le doy un beso en la mejilla.
    
    —Fue más bien en el mentón —corrige ella.
    
    —No importa, da lo mismo. Uno puede darse el lujo de cambiar algunas cositas, mientras lo esencial de la historia sea real.
    
    —¿Y vos cambiaste muchas cosas? —pregunta.
    
    —No. Salvo que describí mi pene como uno de veinticinco centímetros, y aseguré que aguantaba dos horas cogiendo.
    
    —Entonces es un relato de fantasía —se burla ella.
    
    —Bueno, vamos a hacer algo más divertido… Por los lectores —propongo.
    
    Nadia se baja de mi regazo. Se agacha, quedando en cuclillas. Lleva la mano a mi verga, que ya se puso tiesa con el contacto que tuvo con su culo. Abre el cierre del pantalón. Es la primera vez que lo hacemos en el balcón. Es una idea tan trillada, que la omitimos, pero ahora el momento lo amerita. Corre el calzoncillo hacia abajo. Mi verga aparece, saliendo como resorte.
    
    —Qué hermosa pija. Yo diría que en realidad tiene veintisiete centímetros —bromea Nadia, acercando sus labios al glande. Lo hace con una lentitud exagerada, como si quisiera darme tiempo a que escriba todo con lujo de detalles.
    
    Ahora lo lame. Me mira, mientras sigo tecleando. Acaricio su rostro con ternura. Es una hermosa noche de luna llena. Todavía se escucha el ruido de la ciudad. Veo el cartel luminoso de Ramos Mejía. Aún hay un montón de gente que sale y entra de los colectivos y de la estación de trenes. No me atrevo a mirar al edificio de enfrente. Si hay alguien mirando, que lo disfrute, porque difícilmente se va a encontrar con una situación así en otro momento, porque gente que coge en la terraza hay mucha, pero mujeres como Nadia haciendo una mamada a un pendejo de veintiún años. Eso no se ve todos los días.
    
    Nadia masturba mientras embadurna mi verga con saliva. Sin dudas este es un buen final. Quizás pasaron quince minutos, no lo sé. Pero largo mi semen en ella.
    
    Tal vez porque se da cuenta de que este es un polvo especial, por primera vez desde que empezamos a coger, se traga hasta la última gota.
    
    Se pone de pie. Luego se coloca a mis espaldas, y me abraza por detrás. Lee los últimos párrafos. Me da un beso en la mejilla.
    
    —Sos lo mejor que me pasó durante la pandemia —dice, susurrándome al oído.
    
    —Y vos sos lo mejor que me pasó a mí.
    
    Fin 
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