1. Mi odiosa madrastra, capítulo 11 + epílogo


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... ahora, tomate tu tiempo —dijo ella.
    
    La había citado para que arregláramos de una vez la deuda que había heredado de papá. Nadia tenía el departamento a su nombre, y no me lo iba a ceder hasta que terminara de pagarle. Al menos eso era lo que me había dicho en su momento.
    
    —Pero prefiero empezar a pagarte ahora —dije, entregándole un sobre cerrado que contenía un fajo de billetes—. No es que desconfíe de vos, pero cuanto antes tenga el depto a mi nombre, más tranquilo voy a estar.
    
    Ella agarró el sobre y lo metió en su cartera.
    
    —¿Y vos cómo estás? —me preguntó.
    
    —Bien. Pero quisiera pedirte algo —dije.
    
    —Lo que quieras —respondió ella.
    
    —Sacate el vestido. Ponete en bolas.
    
    Nadia rió. Se puso de pie, para marcharse. La agarré de la parte inferior del vestido. Ella siguió caminando en dirección contraria a la que yo tironeaba. La tela estuvo a punto de romperse.
    
    — No me hagas decirte lo mucho que te extrañé, y lo mucho que necesito estar con vos, ahora que te tengo tan cerca. No me hagas explicártelo, porque no me saldrían las palabras —dije, desesperado. Tironeé más del vestido, dispuesto a hacérselo trizas si es necesario.
    
    Nadia dio marcha atrás, y se colocó frente a mí. La abracé, sentado como estaba. Rodeé su cintura, pero enseguida una mano se metió por debajo del vestido. Después de tanto tiempo, tenía nuevamente el tremendo orto de mi madrastra en mis manos.
    
    —Veo que seguís siendo el mismo niño de siempre —dijo Nadia—. Las cosas no son como vos querés que sean. Al menos no siempre van a ser así.
    
    Me miró con seriedad a los ojos, como esperando a que yo dejara de hurgar en su orto. Haciendo un esfuerzo inmenso, las solté.
    
    —Tenés razón —reconocí—. Pero por favor andate. Ahora no te puedo tener tan cerca sin poder cogerte. Te prometo que la próxima vez me voy a comportar, pero ahora no puedo. Ahora tengo unas terribles ganas de desnudarte y cogerte duro sobre el sofá, así que por favor andate —pedí, casi suplicando.
    
    —Bueno, nos vemos el mes que viene —dijo ella, pero luego pareció recordar algo—. ¿De qué estás trabajando que ganás tan bien?
    
    —Vendo merca —le dije.
    
    Por suerte pude sacarle una sonrisa antes de que se fuera.
    
    En el tiempo postNadia, me dediqué al estudio y a jugar a la PlayStation con Joaco y los demás. Si bien las clases de la universidad fueron virtuales, me servían para no estar pensando todo el tiempo en ella. Por otra parte mi rigidez con respecto a la cuarentena había disminuido mucho, así que incluso organicé pequeñas reuniones con los chicos, donde jugábamos a los videojuegos y nos contábamos nuestras cosas.
    
    Pero con respecto a mi madrastra no era mucho lo que podían aconsejarme, ya que, aunque Toni y Edu quisieran dárselas de grandes conocedores del sexo femenino, no tenían idea de lo que pasaba por la cabeza de Nadia.
    
    —Vos estás enamorado chabón —dijo Edu una vez, cosa que ni negué ni confirmé, pues yo mismo no tenía la respuesta.
    
    Un mes después Nadia volvió por su ...
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