1. Mi odiosa madrastra, capítulo 11 + epílogo


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... hayamos cogido no significa que tenés vía libre para toquetearme cada vez que quieras. Eso lo entendés, ¿Cierto? —preguntó, levantando las cejas, con una expresión que reflejaba que no esperaba otra respuesta que sea un sí.
    
    — Claro que lo entiendo —respondí.
    
    Aunque lo cierto era que si bien lo comprendía, mi cuerpo parecía negarse a aceptarlo. En ese mismo momento tenía una erección óptima, cosa que a esas alturas ya ni me molestaba en ocultar, pero no por eso dejaba de ser inoportuna. Ella miró mi entrepierna, y negó con la cabeza.
    
    — No me hagas arrepentirme de lo de anoche —advirtió, y siguió con lo suyo.
    
    La dejé sola sin contestarle nada, aunque en realidad no había nada que contestar.
    
    Ahora que por fin había estado con ella, convivir con mi madrastra sin poder poseerla nuevamente se estaba convirtiendo en una verdadera tortura. Tal como lo había hecho algunos días atrás, por la noche, totalmente imposibilitado de refrenar mis impulsos, me dirigía a la habitación de Nadia, sólo para encontrarme con la puerta cerrada con llave. Durante el día, me tenía que aguantar verla ir de acá para allá, sin poder ponerle un dedo encima, hasta que llegaba la noche, y de nuevo, sin poder controlarme, me aparecía en la puerta de su habitación, sólo para quedarme del otro lado.
    
    En medio de ese constante —y tortuoso— anhelo, llegó por fin el día en el que ambos tuvimos el alta. De hecho, yo había tenido síntomas apenas los primeros días de la enfermedad, mientras que ella jamás los había tenido. Pero desde hacía rato que nos sentíamos en perfectas condiciones, salvo por el hecho de que yo sentía que aún no recuperaba las energías al cien por cien.
    
    — Hoy no voy a poner llave a mi puerta —soltó Nadia de repente.
    
    Yo estaba en la sala de estar, y ella se disponía a salir a hacer unas compras. Al igual que me pasaba a mí, estaba ansiosa por salir de ese departamento.
    
    Por un momento, me puse eufórico al escuchar sus palabras, convencido de que era una invitación
    
    — Lo estuve pensando —siguió diciendo, sin embargo—, y no me parece bien que tenga que encerrarme sólo porque no sé si se te va a ocurrir entrar a mi cuarto mientras yo estoy durmiendo. Y de hecho, me parece tétrico que te aparezcas de noche e intentes abrir la puerta.
    
    — Bueno, pero el otro día no te pareció tétrico —dije yo, recordando la noche en la que entré y me la encontré en pelotas, sólo cubierta con la ropa de cama. Era obvio que en aquella ocasión no sólo no le molestó mi irrupción, sino que la estaba esperando.
    
    — De hecho, sí que me lo pareció —dijo ella, cosa que me resultó insultante—. Pero después accedí, y la pasamos muy bien, es cierto —agregó después, como para suavizar el impacto de sus palabras, probablemente porque notó mi expresión de enojo—. Pero en fin, no quiero que creas que porque mi puerta no está con llave, eso signifique que quiero que entres en medio de la oscuridad para cogerme. Las cosas no funcionan así, León. ¿Lo entendés? —preguntó al ...
«1234...17»