1. Depravados Tripulantes


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: No Consentido Autor: Migran Kus K, Fuente: TodoRelatos

    ... lenta para Nicole. Los depravados estaban furiosos con ella y se lo trasmitieron torturándola, violándola, sodomizándola. Más que de costumbre. Sufrió castigos atroces en pago de su intento de fuga.
    
    Bien entrada la noche, se agotaron y durmieron, dejándola en paz, más no sea una pocas horas.
    
    A la mañana siguiente la actividad se reanudó.
    
    Estaban los tres sobre cubierta. Pablo con un par de sogas en la borda parecía que pescaba.
    
    El viejo Pedro sentado en pelotas en una silla, bebiendo, tenía a Nicole haciéndole una mamada. Pero ya no estaba suelta la chica. Nuevamente con los brazos atados por detrás y con amarras en los tobillos también. Ya no era digan de confianza.
    
    También tenía puesta una mordaza boca abierta. Y el vejete le clavaba la verga hasta las amígdalas obligándola a mirarlo a los ojos.
    
    - ¿Ha mordido algo, hijo? ¿Un tiburón o algo parecido?
    
    - Nada, Pa. Parece que la carnada apesta… jajaja.
    
    - Déjala ir entonces, corta una cuerda y tira de la otra.
    
    - Ok, Pa. Como digas.
    
    En el extremo de ambas cuerdas, dentro del mar, se hallaba Richard.
    
    Una cuerda anudada al cuello y la otra como todo estos días, a los huevos.
    
    De un tajo el desalmado Pablo cortó la cuerda del cuello. Dejando solo la soga de los huevos haciendo fuerza para arrastrar todo el peso del hombre.
    
    Sumado a esto, Pablo comenzó a tirar con todas sus fuerzas de la soga que quedaba. Hasta que se desprendió, dejando a Richard flotando y gritando auxilio mientras el yate se alejaba.
    
    Nicole aún con la verga del viejo en la garganta se daba cuenta de todo y se desesperaba de impotencia. Y sumamos que le eyaculaba justo en ese momento rebalsándole la boca de esperma.
    
    Pablo recogió las cuerdas y he aquí que al extremo de una de ellas venían los cojones de Richard amarrados.
    
    Cuando Nicole vio eso, comprendió todo y tuvo un gigantesco ataque de histeria. Gritaba y se removía lo que sus ataduras le permitían.
    
    De su garganta salía un horripilante grito mezcla de llanto con espasmos de agónico terror.
    
    Tanto los perturbó su constante aullido que desatando los huevos de Richard se los metieron en la boca, atándole un trapo para evitar que se salieran.
    
    - Téngalos señora Fortune, al fin y al cabo le pertenecen a usted. Disfrútelos.
    
    - Ah… le aclaro señora tetona que hasta ahora hemos sido cariñosos, comprensivos y la hemos tratado con amabilidad. A partir de ahora conocerá lo que es la dura vida de una esclava sexual en el mar.
    
    Enciérrala donde estaba su marido, hijo.
    
    Y mientras Pablo la encerraba en la bodeguita llena de basura y desechos de su marido le dice:
    
    - Nos vemos más tarde, esclava.
    
    FIN 
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