1. Depravados Tripulantes


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: No Consentido Autor: Migran Kus K, Fuente: TodoRelatos

    Depravados Tripulantes
    
    En algún lugar del caribe…
    
    - Diablos Pa! No hay nada de siliconas ahí! – exclamó un sujeto mientras miraba por unos largavistas.
    
    - Es cierto hijo, es una verdadera puta natural… - contestaba un viejo que al lado del otro también fisgoneaba con binoculares. – Estaría todo el día pegándole manotazos a esas tetas jajaja…
    
    Este diálogo sucedía en un chiringuito medio pelo ubicado en una playa en una cala donde se veían algunos yates de distintos tamaños anclados, así como botes y lanchas menores de todo tipo. El lugar era una zona turística, donde la población local trataba de ganarse el día a costa de los variados turistas que pululaban por la zona.
    
    Los dos mirones eran padre e hijo, autóctonos del lugar, sucios y mal hablados. Toscos en sus modales, pero lo suficientemente actores para demostrar carisma a fin de ser contratados por dichos turistas.
    
    En este momento se hallaban tomando unas cervezas mientras con sus binoculares apuntaban a un yate de mediana eslora, donde habían descubierto una mujer rubia, aparentemente joven, que tomaba sol en toples en la cubierta. Digo aparentemente joven pues el yate se hallaba anclado a más de doscientos metros de la costa y sus rasgos faciales no destacaban en detalles, ni tampoco se enfocaban en ellos los sujetos, más bien iban de sus pechos desnudos al triángulo pequeño de tela que cubría su sexo.
    
    - ¿Cómo crees que huela ese pussy, Pa? Jajajaja snifffff… casi que puedo olfatearlo desde acá jajaja.
    
    El más joven era alto y fornido, nada agraciado de cara y encima desalineado. De unos 30 años. Barba de varios días, cabellos desprolijo y largo tapado por una gorra mugrienta, al igual que su camiseta, toda manchada y con agujeros.
    
    El viejo era más repulsivo aún, alrededor de los 60 años, morrudo pero no tan alto como el hijo, pero con una panza gigante que parecía que iba a parir en cualquier momento. Pelado, con solo pelo en los costados, barba hirsuta y vestido con una desagradable camiseta de tirantes que debió haber sido verde en algún momento, más la mugre impregnada indefinían su actual color.
    
    Estaban ambos mirando y bebiendo mientras a cada rato se acogotaban un poco la verga pues la rubia los había alborotado, cuando escuchan:
    
    - Buen día señores… Me han dicho que ustedes son marineros y yo estoy buscando justamente marineros.
    
    Giran ambos sujetos a mirar al recién llegado. Un hombre de unos 35 años, bien parecido, rubio y bien peinado. Impecablemente vestido, de forma fresca y elegante, con gafas de sol y un par de accesorios de oro.
    
    - ¿Quién pregunta? – indagó el viejo.
    
    - Disculpe, mi nombre es Richard Fortune, soy de Miami y estoy en viaje de bodas recorriendo el caribe con, obviamente, mi esposa Nicole. Viajamos en aquel yate, Estrella Roja. – informó el recién llegado señalando hacia un yate anclado, casualmente el mismo yate que estaban espiando estos dos.
    
    Los dos repelentes tipos se miraron sin decir nada, no hacía falta, con la ...
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