Depravados Tripulantes - Relatos Eróticos

Depravados Tripulantes

... mirada expresaron perfectamente sus pensamientos.

-Teníamos pensado partir mañana hacia La Habana, pero esta mañana tuve un accidente. (el hombre muestra la mano derecha vendada) y recién me terminan de coser, por lo que no podré encargarme de la navegación. Dice el médico que tengo para 10 o 12 días antes de poder usar la mano. Y es mucho tiempo, así que he pensado en contratar un par de marineros para que se encarguen del yate durante esos días. – continuó explicando Richard.

- Diez días de trabajo de marinero… - pensaba el viejo rascándose la mandíbula. – en aquel yate… mmm podría ser, depende la paga, amigo… nosotros cobramos 100 dólares el día más comida. La cerveza y el licor también corren por su cuenta, amigo.

- No permito bebidas alcohólicas a bordo, señor…

- Guerrero, Pedro Guerrero… y mi hijo Pablo. Somos panameños.

- Mucho gusto señor Guerrero, le decía que no permito bebidas alcohólicas a bordo.

- Entonces, amigo Fortune, no podremos hacer negocios, que tenga un buen día.

- Ok, ok, de acuerdo, pueden beber a bordo pero yo no pagaré por sus cervezas… ¿hay trato?

- Hay trato amigo, mañana a primera hora estaremos mi hijo y yo a bordo y zarparemos para La Habana.

Volvió Richard al Estrella Roja donde encontró a Nicole aun tomando sol en toples. Una auténtica belleza la chica. Rubia de cabello largo, más allá de media espalda, con alguna onda leve. Carita redonda de ojos grandes y verdes, boca de labios bastante gruesos también.

Su cuerpo era armonioso, a sus 30 años estaba en su esplendor, alta de unos 1.70 m. y curvas trabajadas en gimnasio. Piernas, cola, espalda y bíceps tonificados con ejercicio y la única parte de su cuerpo que no era perfecta, la solucionó con cirugía unos años atrás. Sus pechos, los cuales lucía impúdicamente en este momento. No eran dos sandías, no, no había cometido el error de creer que a más tetas más atractiva cuando lo importante es la armonía y sus tetas fabricadas eran armónicas con el resto de su cuerpo.

A la mañana siguiente, bien temprano, los dos marineros se hicieron llevar al yate donde ya los esperaba Richard.

Venían estos con un pequeño bolso cada uno y varios packs de cervezas, que vio Nicole justo cuando salió a cubierta y estaban embarcando.

- Querida… - dijo Richard. – estos son Pedro Guerrero y su hijo Pablo, serán nuestra tripulación. Muchachos, ella es Nicole, mi esposa.

- Buen día señores, bienvenidos a bordo. –exclamó simpática Nicole.

- Hola cariño, de verdad que eres un bálsamo para estos ojos cansados. –saludó el viejo Pedro descaradamente dándole la mano a la bella rubia.

- Gracias… supongo… -expresó contrariada ella, y dirigiéndose a su marido. – ¿Podría hablar contigo abajo mi amor?

A los tipos se les saltaban los ojos y las babas mientras sus vergas daban cabezazos bajo sus andrajos, observando a la diosa rubia que solo vestía una pequeña bikini amarilla y un pareo transparente blanco.

- No me gustan Rick. –apuntó Nicole cuando ...