1. Una esposa en préstamo


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    ... dice:
    
    ―Sencillamente preciosa, no tengo palabras.
    
    Está visiblemente abrumado, con los ojos abiertos de par en par. Yo me levanto del sillón, tomo a Claudia de la mano y me dirijo con ella despacio hasta donde se encuentra Marcelo, el cual también se levanta para recibirnos. Una vez a su altura, le doy un último beso a ella en la mejilla, y se la ofrezco a él, tendiéndole su mano, que él toma en la suya:
    
    ―Aquí te entrego a mi mujer. Disfrútala ―le digo. Mis propias palabras me provocan un fogonazo de excitación, y hacen que Claudia se muerda el labio y baje la mirada, ruborizada y excitada a la vez.
    
    Les dejo en el salón y me dirijo al dormitorio, donde he colocado un sillón con orejeras, en una esquina, lo más apartado posible. Enciendo una pequeña lámpara de luz anaranjada que hay en el otro extremo de la habitación, junto a la cabecera de la cama, y atenúo su intensidad con el regulador del que está provista, hasta que queda de mi agrado. Me dirijo al sillón, me siento y permanezco en silencio, parcialmente oculto por una ligera penumbra, percibiendo con nitidez cómo mis pulsaciones aumentan el ritmo.
    
    Les veo aparecer por el umbral de la puerta, despacio. Él la lleva de la mano, como cuando en una película de época el caballero ayuda a una dama a bajar por unas escaleras. Avanzan por el cuarto y se quedan de pie, frente a frente, en la parte opuesta al cabecero de la cama. Observo la diferencia de estatura, la corpulencia de él y la fragilidad de ella. Me vuelven a atacar los celos y la excitación, a partes iguales. Ambos han reparado en mi presencia con una fugaz mirada.
    
    Permanecen indecisos unos segundos. Él, finalmente, toma la iniciativa y empieza a rozar con dos dedos el vientre de ella, que permanece inmóvil. Le pone una mano en la curva pronunciada de la cintura y la atrae hacia sí. Comienza a besarla en el cuello, retirando su melena y dejando la carne al descubierto. Ella se lo ofrece y, justo en ese preciso momento, me busca con los ojos durante un fugacísimo segundo. Noto una punzada de excitación. Cierra los ojos y se deja llevar.
    
    Empieza a acariciar sus brazos musculados sobre la camisa blanca. Ella gira la cabeza y busca su boca. Se besan, primero con los labios y luego usando sus lenguas, que observo salir la una a por la otra, como pequeñas culebras que se enredan en el aire. Mi entrepierna aumenta de tamaño y comienzo a acariciarme sobre la ropa. Busco la de Marcelo con la mirada y veo cómo se ha deformado la tela. Esta vez ha sustituido los vaqueros por unos pantalones de pinza gris oscuro, de tela de gamuza, lo que deja en evidencia con mayor claridad las evoluciones de su miembro.
    
    Noto que a medida que se excitan se van olvidando de mi presencia, lo cual me disgusta. Él le agarra la nuca con una mano y le come la boca con fuerza, mientras le aprieta las nalgas con la otra. Sus largos brazos le permiten abarcarla con facilidad. Ella responde a las caricias contoneándose, acercando intermitentemente la ...
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