1. Encuentro con María, la casada morbosa


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ChinaoSky, Fuente: TodoRelatos

    ... colgaba perezoso de sus dedos. Se limitó a sonreir y me acercó los dedos a la boca. – Un aperitivo de lo que te espera.
    
    Aquel sabor quedó marcado en mi cerebro como el mayor manjar que jamás haya probado. Cuando acabé de rebañar y relamer bien cada matiz de su sabor, María echó mano a mi bragueta y comenzó a acariciarme la polla sobre el pantalón mientras conducía por las calles de la ciudad.
    
    Llegamos a un semáforo en rojo y paramos.
    
    Bajó mi bragueta.
    
    A nuestro lado había parado una furgoneta de obreros que se dirigían de vuelta al trabajo tras el descanso de la comida. María sacó mi rabo por fin del pantalón y comenzó a masturbarme lenta, muy lentamente. Uno de los obreros se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo dentro de mi coche y avisó a los demás. María bajó la ventanilla, los miró fijamente con cara de puta y acto seguido se lanzó a devorar mi polla. Se la metió hasta la garganta. Lamía de mis huevos a la uretra. El semáforo se había puesto en verde pero ni yo ni los obreros éramos capaces de movernos de allí. María liberó sus tetas por encima del escote. Los obreros se frotaban las pollas sobre el pantalón de trabajo presenciando aquella escena porno y gratuita que les estaba regalando María.
    
    Los coches que había detrás comenzaron a tocar el claxon y tuvimos que avanzar, pero María no cesó en su empeño de seguir mamando. Mamaba y me masturbaba a la vez, se la tragaba toda hasta la garganta y mi pubis se iba encharcando cada vez más con sus babas. Estaba a punto de estallar.
    
    - Sigue, sigue, me corro… - dije, mientras salíamos de la ciudad en dirección a aquella playa y me corría en lo más profundo de su boca, intentando mantener el coche dentro de la carretera.
    
    Las piernas me temblaban tras el orgasmo, pero pronto llegamos a la entrada de la playa. Aparcamos el coche y bajamos. El sol ya estaba poniéndose. Quise devolverle a María el favor y comerle el coño allí mismo, en el coche, sobre el capó. Pero María sabía lo que se hacía, era toda una morbosa y cocinaba su placer a fuego lento.
    
    - ¿Nos damos un baño? – me dijo.
    
    - Claro, ¿por qué no?
    
    Se quitó el vestido y pude ver por fin todo el esplendor de su cuerpo en vivo y en directo. Era incluso mejor que lo que había visto en las fotos durante todas aquellas semanas. No pude evitar volver a empalmarme, pero esta vez nos encaminamos al agua y nos metimos al mar.
    
    A esas horas no había nadie en los alrededores.
    
    Nos acercamos en el agua y nuestros cuerpos se enroscaron al fin. Nos fundimos en un apasionado beso con lengua que duró varios minutos y que sirvió para que mi erección se consolidara del todo.
    
    Mientras nos besábamos y flotábamos con los últimos rayos de luz del día, María buscó mi polla con su coño bajo el agua. No tardó en encontrarla y entré en ella con toda la facilidad del mundo. Estaba totalmente empapada.
    
    Nos miramos a los ojos. Hicimos el amor lentamente, al compás que marcaban las olas. Ninguno de los dos quería que aquello terminase ...