1. Encuentro con María, la casada morbosa


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ChinaoSky, Fuente: TodoRelatos

    ... aparcar y luego salí y me encaminé al chiringuito.
    
    El chiringuito estaba a reventar de gente, la mayoría turistas extranjeros en busca de cerveza barata. Entre la multitud, vi una mano elevarse y sobresalir sobre las cabezas amontonadas. Era María. Había conseguido una mesa al fondo del chiringuito. Me acerqué. Llevaba el mismo vestido que en la foto y seguía sin ropa interior. El primer recuerdo que tengo de ella es la forma artística de sus pezones bajo el vestido, que parecieran sujetar el peso del mundo entrando a cuchillo en el tejido.
    
    María se levantó. Nos acercamos y nos dimos dos besos cogiéndonos de la cintura, muy cerca de la boca. Pedimos una cerveza y comenzamos a charlar.
    
    Al principio ella llevaba todo el peso de la conversación. Yo estaba demasiado nervioso y ansioso como para buscar las palabras necesarias que dieran sentido a todo lo que sentía en aquel momento. Pero, poco a poco, con el pasar de los minutos y supongo que también por la soltura que da el alcohol, todo fue fluyendo mejor.
    
    María me contaba sus aventuras durante su actual y su anterior matrimonio. Lo caliente que le ponía engatusar a chicos jóvenes y hacer realidad con ellos sus fantasías más ocultas. Me contó cómo había llegado a correrse en alguna ocasión simplemente mamando una polla, cómo se empleaba a fondo en cada mamada hasta vaciar por completo los huevos de cualquiera que tuviera la suerte de cruzarse en su camino. Yo escuchaba con atención, cada vez más caliente, cada vez más taquicárdico. Mi polla había ido engordando poco a poco, con suavidad, mientras oía todas aquellas confesiones y ahora la tenía totalmente dura bajo la mesa y bajo el pantalón.
    
    Desde fuera la gente nos miraba creyendo que seríamos madre e hijo, pero nada de eso. Lo que nadie allí sabía ni era capaz de advertir es que, con el fluir de la conversación, María había estirado su pierna bajo la mesa y había encontrado mi erección con su pie derecho. Había comenzado a acariciar mi polla, arriba y abajo, mientras sobre la mesa todo parecía una charla de lo más común. María no retiraba su mirada de fuego de mis ojos cada vez más desorbitados por el deseo.
    
    - Me vas a matar – fue lo único que pude decirle en un momento dado, pues estaba prácticamente delirando del calentón.
    
    Ella ni se inmutó. Simplemente levantó la mano para llamar al camarero, pidió la cuenta y nos marchamos de allí cuanto antes. Mientras salíamos intentaba disimular el enorme bulto en mi pantalón, pero era imposible.
    
    Mi coche estaba aparcado más cerca que el suyo, así que decidimos irnos en el mío. Me dijo que conocía una playa nudista cerca de allí y que me indicaría cómo llegar.
    
    Arranqué y nos movimos.
    
    María me daba indicaciones con su dulce voz y mi polla no perdía un ápice de dureza.
    
    - No eres el único que sufre – me dijo.
    
    - ¿Cómo?
    
    - Eso, que no eres el único. Mira – María se llevó dos dedos a su entrepierna y los deslizó de abajo arriba. Miré de reojo y vi cómo un hijo espeso de flujo ...
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