1. Una madrastra de las buenas


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... para toda la vida. La aparición de Virginia puso fin a la incesante sucesión de romances fugaces que mi padre solía liquidar en la puerta de casa con una despedida rápida que no delatara su desinterés o su aburrimiento, o con un desayuno apresurado en la cocina tras una intensa sesión de cama.
    
    Virginia y yo, en cambio, no congeniamos tan deprisa. Yo era más reservado que mi padre y ella no buscó agradarme como a él. Me intimidaba su suave chulería de niña rica, la ironía que había a menudo en sus comentarios, una altivez contenida con la que marcaba diferencias y una mirada que nunca te evitaba. Hasta la facilidad con que aquella mujer elegante y perspicaz se había adaptado a nuestra forma de vida me producía una inexplicable incomodidad.
    
    A veces tenía la sensación de que me observaba desde una distancia vigilante, como si le resultase un animal exótico curioso de contemplar o un fenómeno digno de estudio. Virginia me gustaba, pero me causaba un temor inexplicable que pudiera llegar a descubrir que me gustaba.
    
    Una noche que cenábamos fuera de casa se me acercó cuando estaba aparte, después de acabar. Me lo dijo sin preámbulos:
    
    —No te fías de mí.
    
    Me encogí de hombros dándole a entender que no sabía a qué se refería.
    
    —¿Alguna vez te has enamorado, Alberto?
    
    Negué con la cabeza, pero ella no entendió que mi negación no era la respuesta a su pregunta. A lo que me negaba era a hablar con ella de eso.
    
    —Es algo que no se puede planear ni elegir —me dijo— Ocurre y entonces sabes que ya no puedes vivir sin esa persona. ¿Has sentido eso alguna vez?
    
    Esa vez no negué ni dije nada.
    
    Ella apoyó su mano en mi hombro y se puso de puntillas para acercar su boca a mi oído y poder hablarme sin tener que levantar tanto la voz para hacerse oír por encima de la música. Yo sentí la calidez de su aliento en mi oreja y el aroma de un perfume aún fresco a pesar de las horas ya pasadas en aquel restaurante.
    
    —Pues es eso es lo que a mí me ha pasado con tu padre, y en ello no hay ni truco ni trampa, al menos por mi parte. Así que si alguien sale herida, seré yo, estoy segura.
    
    Se apartó, volvió a plantar los talones en el suelo, retiró su mano de mi hombro y, aunque no elevó de nuevo la voz, pude oír lo que me decía.
    
    —¿Cuidarás de mí, Alberto?
    
    Esa vez sí asentí. Y me di cuenta de que estaba haciendo una promesa, asumiendo un compromiso o cerrando un trato sin saber siquiera en qué consistía.
    
    Con todo, desde aquel momento las cosas empezaron a ser diferentes entre nosotros. Virginia tenía razón. No, no me fiaba por completo de ella, pero ambos empezamos a dejar a un lado los recelos e intentamos comenzar a conocernos.
    
    Una relación titubeante, con constantes avances y retrocesos, y mi padre siempre como lazo de unión, fue surgiendo entre nosotros. Pero de eso sólo sería consciente mucho después. En aquel momento no me detenía a darle tantas vueltas a las cosas. Virginia había entrado a formar parte de nuestro mundo. Mi padre era ...
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