1. Trueno y yo.


    Fecha: 13/12/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... formidables pollas erectas horadar las vaginas de las hembras. Contemplaba la penetración, el acto sexual breve, pero intenso, los sudados machos encabritándose y eyaculando copiosas cantidades de semen en la receptivas yeguas.
    
    Sus sueños con esas fabulosas pijas de caballo aumentaron y no le daban paz, estaba en un estado permanente de febril excitación. Creía escuchar los relinchos de los machos, los golpes de sus cascos en el suelo retumbaban y le hacía juntar sus muslos viendo los flancos de los animales tiritando de goce placentero al descargar contundentes cantidades de esperma equino dentro el coño de las yeguas favorecidas. Se acercaba a ellos y andaba en éxtasis percibiendo el aroma a sexo equino. Su calentura iba en aumento, alcanzando niveles casi insoportables. La masturbación simplemente ya no le bastaba; era solo un alivio pasajero. Algo tenía que suceder.
    
    Finalmente, una noche a fines de octubre, ese algo se concretó inesperadamente.
    
    Fue una de esas gigantescas tormentas eléctricas de primavera. El viento ululaba feroz y la lluvia azotaba el suelo y los techos de las caballerizas. De tanto en tanto la noche se volvía día con la enceguecedora luz de los relámpagos. Anterior a eso, poco antes de la tormenta. Tres yeguas que estaban en celo habían sido cubiertas por los sementales de la granja. Luisa había presenciado los tres apareamientos, había sentido los ruidos de los equinos mientras follaban, había percibido el fuerte olor del semen de los machos llenando los úteros de las yeguas, había visto de principio a fin esas enorme vergas penetrando las hembras en celo, con todos los efectos esperados en su estado mental; su calentura se hizo insoportable.
    
    A la hora de irse al lecho, no pudo dormir. En su mente iban y venían la imágenes obscenas de las gigantescas pijas de los sementales. Ni siquiera pensaba en masturbarse, lloró frustrada, oprimida y presa de la calentura que no lograba liberar. Los deseos eran demasiado intensos y ella no pudo soportarlos.
    
    Sin pensar en las consecuencias, o el clima, o la amenaza de ser descubierta; nada de eso le importó. Lo único que ocupaba su mente era su tremenda necesidad sexual. Se levantó de la cama, se caló unas botas de agua y un impermeable y, salió por la parte de atrás de la casona. Corrió sobre la hierba y el fango hacia la caballeriza de los caballos. Sus cabellos se mojaron, el agua coló bajo el impermeable y mojó la blusa de su pijama. Poco a poco se acercó al lugar de Trueno. La humedad la hizo estremecer, entonces se quitó la blusa quedando a torso desnudo, sus tetas eran tan firmes que apenas se movían con los movimientos de ella, sus pezones rosados y húmedos, ya estaban duros como la piedra.
    
    Luisa se acercó al semental y colocó sus brazos alrededor de su cuello haciendo que su cuerpo siguiera los contornos de él, para así sentir la agradable temperatura del animal. Trueno rozó su cabeza contra su vientre y ella se estremeció sintiendo el aliento caliente de él a ...
«1234...8»