1. EL SECRETO DE NUEVA ESPERANZA: 21 años atrás… (Capítulo 3)


    Fecha: 12/03/2019, Categorías: Gays Autor: Mateo, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ano para recibir en si interior el enorme falo de carne dura. Se lo imaginaba suplicando por sexo, ansioso de que le reventara el culo, y por más dolor que sintiera, no se acobardaba del tamaño de su pene, a pesar de llorar y morder las sábanas de su cama mientras el catre rechinaba, golpeando contra la pared por las embestidas que le daba. Esa noche, el frío en su cuerpo se disipó con el calor de adolescente cuyas hormonas le calientan la cabeza, y solo quiere vivir teniendo sexo, mañana, tarde y noche.
    
    Pasaron dos o tres días, Juan Pablo no se percataba del tiempo. Las horas y los días transcurrían muy lento, sin televisión, sin amigos, sin tecnología, todo se hacías más lento. El ayudar a sembrar hortalizas o levantarse temprano a ordeñar vacas lo ayudaban a distraerse; después de todo, estaba acostumbrado a la vida del colegio militar en el que estudiaba, que era muy similar a estar en el ejército.
    
    Cada mañana, cuando su padre lo levantaba antes de que salga el sol, sentía como el frío le destrozaba los nudillos de las manos, eso era lo único a lo que no se acostumbraba. Sin embargo, había algo en lo que frecuentemente estaba pensando, algo que le provocaba tremendas erecciones y era el motivo de sus pajas diarias, aquel joven al que vio metiéndose los dedos en el ano, Pedro, aunque no conocía su nombre. Desde que llegó a la hacienda ya no lo había vuelto a ver, cada noche trataba de espiarlo nuevamente en su ventana con ayuda de sus binoculares, pero no podía ver nada.
    
    Un día en el que el sol brillaba muy fuerte, Juan Pablo estaba colocando el forraje en los comederos de los caballos; cuando en eso, se acerca un grupo de hombres de aspecto sucio, cada uno montado en su caballo, entre ellos venía Celestino. Al llegar, aquellos hombres desmontaron y se sentaron en el suelo a resoplar por el calor que hacía.
    
    —Buenas tardes, —saludó Juan Pablo a los peones.
    
    —Buenas tardes tenga usted,wayna (joven).—respondió Celestino al saludo, seguido de los demás peones.
    
    —¿Qué hacen, señores?, —preguntó amablemente, Juan Pablo.
    
    —Por aquí estamos oiga, descansando un ratito del sol, a ver si llevamos las vacas a que tomen agua. —respondió Celestino.
    
    —Ah, ya veo. Y, ¿a dónde las llevan?.
    
    —Por aquí cerquita, a una laguna donde las vaquitas toman su agüita por las tardes.
    
    —¿Les molesta si voy con ustedes a ayudarles? —preguntó Juan Pablo.
    
    Celestino y el resto de peones se mostraron muy agradecidos con la iniciativa del hijo de su patrón.
    
    —Claro que no… Vamos…. —asintió Celestino—. Ahí en el corral de las mulas hay una yegua mansita, voy a decirle a mi hijo Pedrucho que se la ensille. —Celestino quiso ponerse de pie para caminar, pero Juan Pablo lo detuvo.
    
    —No se preocupe. Yo lo hago. —dijo.
    
    Inmediatamente, el muchacho corrió hasta el corral de los mulares, al llegar vio a un joven de espaldas, con el pantalón sucio y sin polo. El joven tenía la piel blanca como Celestino, seguramente era su hijo, ‘’Pedrucho’’ como le ...
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