1. Amor de hermanos


    Fecha: 28/11/2019, Categorías: Incesto Autor: brendy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... recordaba el día que la tuve, cuando mis padres me gritaron con tanta fuerza que creí que les daría un ataque. Yo tenía quince años y Scott 25. Él nos visitaba cada seis meses, momentos en los que me abría las piernas y yo recibía su leche. Mi padre me preguntó quién me había hecho ese bebé y yo no quise responder. Me echó de la casa y desde un teléfono publico llamé a Scott. Me dio asilo mi abuelo materno, pero no me quedé mucho tiempo ahí. Scott me envió dinero y me escondí en una pequeña casita que renté a nombre de mi abuela.
    
    -¿Por qué tiene que irse? – preguntó Nestor.
    
    Mi hermano volvió a verme al poco tiempo y pusimos las cosas en orden. Él había sido mi único hombre y la bebé era rubia. Estaba tan feliz que no pudo contener su verga y me cogió en la cama junto a la bebé Carla. Estoy segura de que fue esa eyaculación con la que me hizo a Nestor.
    
    -Aprenderá mucho estando allá – dije. No quería decirle que no quería que mi hija quedara embarazada siendo adolescente. No quería que pasara por todo el rechazo, chisme e insultos que yo recibí en mi pueblo. Habrían sido menos si se hubiese sabido que mi bebé tenía padre, pero jamás lo mencioné. Nunca le dije a nadie. El trato era que él me mantendría desde Estados Unidos, me cogería siempre que viniera y yo guardaría silencio. La situación había cambiado desde que se casó con Jane. Ella era muy celosa y sospechaba que Scott no venía sólo a visitar a su padre. Me seguía enviando dinero, pero siempre intentaba asegurar que yo no existía.
    
    -Esto está mal, mamá. ¿Ahora con quien jugaré? – dijo Nestor con las manos en los bolsillos.
    
    Estuve por responderle que qué le parecía si lo hacía conmigo, pero rápidamente entendí a qué se refería. Por jugar no se refería a pasársela bien como hermanos.
    
    Dos semanas pasaron lentas, pero pasaron. Había pasado casi dos meses desde que había encontrado a mis hijos cogiendo en su cuarto y la casa ahora era muy silenciosa. No había discusiones ni comida siendo lanzada durante el almuerzo. Todo iba bien hasta que recibí una llamada.
    
    -¿Mónica? – preguntó alguien con un acento muy gringo. Era Jane, sin duda, la esposa de Scott.
    
    -¿Sí? Jane, ¿cierto?
    
    -Sí… eh… perdona que te llame, pero Scott no está en casa y debía saber esto de inmediato… No sé si hablo bien español…
    
    -Te entiendo perfectamente. Lo hablas muy bien. ¿Qué pasa? ¿Carla está bien?
    
    Hubo un silencio por unos segundos. Jane parecía tomar aire.
    
    -No está bien, Mónica. Jane está embarazada. Acabamos de salir del médico. Tiene alrededor de ocho semanas…
    
    Solté el teléfono y caí en el sofá. 
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