1. Amor de hermanos


    Fecha: 28/11/2019, Categorías: Incesto Autor: brendy, Fuente: SexoSinTabues30

    Los ruidos me despertaron. Eran unos golpeteos de la madera contra la pared y unos resortes rechinando. Mi instinto identificó el sonido, pero me engañé para no creerme a mí misma. Salí de mi habitación sin hacer ruido y caminé por el pasillo hasta la habitación del fondo. Estuve a punto de entrar cuando noté que la puerta estaba entreabierta y la luz de una pequeña lampara de buró salía a través de ella.
    
    Con el ritmo cardiaco acelerado, miré. ¡Imposible!
    
    Néstor era mi hijo menor, de trece años y tenía a su hermana Carla de quince inclinada delante de él. Su cabeza estaba hundida en la almohada y su culo estaba levantado hacia él. Néstor la embestía casi con furia, refunfuñando y gruñendo de placer con cada golpe de su cadera. Ella gemía con fuerza, pero ahogaba los sonidos con la tela de la almohada. Incluso con los ruidos amortiguados, reconocí aquella sensación. Imposible no tenerla cuando un macho te da cómo mereces.
    
    No lo podía creer. Esta petrificada. Mi ojo miraba perfectamente a través de la puerta y aun así no podía procesar lo que ahí pasaba. Pero lo peor no era ver a mis hijos desnudos fornicando como animales. Mi vagina había respondido de inmediato y ahora estaba húmeda, goteando y me pedía aquello de lo que mis hijos inmoralmente llevaban a cabo. Me metí la mano por entre los pliegues de mi bata y me dirigí a mi peludo pubis, la antesala de la segunda cavidad más humedad de la ciudad. La primera era la de mi hija. Era imposible que no estuviera mojada. La podía escuchar, al igual que los húmedos golpes de aquella verga en ese agujero.
    
    -Carla… Carla… -comenzó a gemir Néstor. Iba en aumento. La cadencia de sus embestidas aumentaba – Carla… Carla… -sus gemidos ahora eran casi gritos. Trataba de controlarse, pero era obvio que no podía. Hundía sus dedos la delgada cintura de su hermana. El culo de Carla temblaba con cada impacto. Era una perra y estaba en la posición de una. A pesar de tener la misma sangre, gozaba – Carla… Carla… hermana… Ahhhhhhh.
    
    Una, dos, tres ultimas penetraciones y Néstor se detuvo. Desde mi distancia pude notar cómo sus testículos se contraían. Se estaban vaciando en el útero de su hermana.
    
    -¿Qué?… ¿Qué acabas de hacer? – dijo Carla al levantar la cabeza de repente. Se buscó tocar el coño a pesar de seguir ocupado por la verga de Néstor. Luego se miró los dedos húmedos de una sustancia blanquecina – No puede ser, ¡Lo hiciste de nuevo! ¡Dijiste que lo ibas a sacar esta vez!
    
    Néstor le sacó la verga. Seguía dura y brillaba por la humedad de su semen y de la lubricación de Carla. Su sonrisa complacida no parecía mostrar arrepentimiento, como si acabase de hacer una travesura.
    
    -¿No entiendes lo que esto puede provocar? ¿Nos quieres meter en problemas? – continuó Carla.
    
    Néstor subió y bajó los hombros.
    
    -Ah, no importa. No creo que nadie se entere – dijo mi hijo, al tiempo que se bajaba de la cama y buscaba los pantalones de su pijama.
    
    Me tuve que alejar. Verlo en movimiento me hizo ...
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