Te recuerdo que eres mía II - Relatos Eróticos

Te recuerdo que eres mía II

... lo pensó demasiado antes de enterrar su polla de un tirón, las estrechas paredes succionaron su miembro y como un macho en celo montó a su hembra.

Llevó sus manos a las tetitas que amasó mientras se enterraba con furia en lo más profundo de su sobrina, que emitía sonidos inentendibles, solo gemidos del más puro placer. Su boca succionaba su cuello, mordía suavemente el lóbulo y cuando sintió las convulsiones placenteras de Nerea aceleró el ritmo. No se detuvo hasta que los espasmos remitieron y para una perversa y mutua satisfacción otro orgasmo le sobrevino a Nerea que desfallecía de placer, no pudo contenerse mucho más antes de derramarse en lo más profundo de aquel coñito sonrosado.

Se quedaron en esa posición recuperando el aliento, cuando se sintieron más recompuestos, Henry se dejó caer en el sofá y arrastró a Nerea consigo, sobre su regazo, la cobijó entre sus brazos mientras que la mezcla de sus fluidos escurría de su coño. Uno de sus dedos se coló mezclándose con sus esencias, no sintió asco al probarla, buscó los labios de Nerea uniéndose en ese indecoroso beso cargado de lujuria.

*

Con los últimos espasmos de su orgasmo, Nerea se maldijo a sí misma una vez más al tener que recurrir a esos recuerdos para poder alcanzar las máximas cotas de placer. Su mayor preocupación que le quitó cualquier atisbo de placer fue el pensar en cómo actuaría Henry los próximos días, porque si algo tenía muy claro es que ese nombre nunca aceptaba un “no” como respuesta. Y lo que más le fastidiaba es que sabía que en determinado punto, su deseo le ganaría. Con su tío nunca se podía saber que esperarse y es lo que en parte más temía y deseaba.