1. Te recuerdo que eres mía II


    Fecha: 26/11/2019, Categorías: Incesto Autor: NenaJoven, Fuente: TodoRelatos

    ... un tanto dominante que había aflorado con su sobrina, esa chica tenía algo que le trastocaba la psique. Lo convertía en un ser más primitivo, un tanto bruto, le excitaba tenerla para sí, disfrutar de ese delicado cuerpo que día a día se volvía más diestro en las artes sexuales. Y sobre todo le encantaba la disposición de Nerea para complacerlo, tan dócil y entregada, lo volvía loco.
    
    Una lobuna sonrisa se dibujó en su rostro cuando su sobrina liberó su polla y le dio un pequeño golpecito en la cara. Ella la miraba con la misma fascinación que las primeras veces, se sonrojaba y sus delicadas manos rodeaban como podían su gran envergadura. Una lamidita le hizo soltar un gruñido de satisfacción.
    
    Su mano perdiéndose entre los cabellos de Nerea la alentó a meterse su cipote, su pequeña boca todavía luchaba por engullirla por completo, no dudó que más práctica vería como se perdía todo su miembro en esa boquita de vicio que chupaba con ganas. Alternaba su mamada comiéndole los huevos, sin abandonar su mástil con sus manos. Nerea también iba descubriendo que ponía malo a su tío y se esforzaba en perfeccionar su técnica.
    
    Henry sujetó su cabeza hundiendo toda su polla en la garganta causándole unas cuantas arcadas a Nerea, luego marcó la retirada, verla tan azorada, sonrojada, con los ojos llorosos por el esfuerzo y los hilillos de baba que unían sus labios con su miembro despertaron su instinto animal. Repitió la acción tres veces más.
    
    – Esa es mi princesa, estoy orgulloso de ti –dijo con la voz sumamente ronca.
    
    Henry se incorporó deshaciéndose de su ropa en el proceso, y con un magreo descarado al culo de su sobrina, la despojó de su ropa también. Como en cada ocasión se dedicaba a detallar la esbelta figura. La tomó de la mano inclinándola con delicadeza sobre la mesa del comedor, sus dedos recorrieron la espalda con lentitud y firmeza viendo las marcas que se dibujaban en esa blanca piel.
    
    Una de sus manos apretó su culo con descaro y para sorpresa de Nerea le propinó un cachete más sonoro que doloroso, cuando sintió el otro cachete soltó un gritito. Henry hundió dos de sus dedos en el encharcado coño, a la par que la masturbaba le propinaba suaves nalgadas para descolocar a su sobrina cuyas vocalizaciones oscilaban entre alaridos y gemidos. La jovencita se removía desesperada por la mezcla de sensaciones y cuando presionó su clítoris entre sus dedos la llevó al borde del orgasmo, solo para retirar su acometida.
    
    – Tito por favor –musitó llorosa y muy excitada.
    
    – Si princesa, dime ¿Cómo puedo ayudarte? –preguntó sin ocultar la lasciva satisfacción que esa escena le causaba.
    
    – Por favor, necesito correrme.
    
    – ¿Mi nena quiere un orgasmo?
    
    – Si, por favor. Quiero correrme para ti, solo para ti.
    
    – No lo sé princesa, no me convences –respondió con la misma frase empleada por ella.
    
    – Por favor Henry, te necesito –afirmó desesperada al sentir el suave roce de los dedos de su tío otra vez.
    
    – Y yo a ti mi niña –Henry no se ...
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