1. Los oscuros deseos de mi hijo (10)


    Fecha: 18/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... expresara. Quizás había llegado el momento que había estado esperado. El momento en el que ella por fin cedería de nuevo. Subieron por la escalera, cargando las cajas. Ella iba adelante, por lo que Dante tenía frente a él el enorme orto de su madre meneándose sensualmente. ¿Era una provocación? Extendió el brazo y pellizcó una tersa nalga. Su madre ni se inmutó, siguió subiendo hasta que llegaron a la cocina, que estaba conectada con la cochera por un estrecho pasillo. Al igual que había hecho su tía, puso las bolsas en la mesada (aunque la de ellos era mucho más grande y elegante), y se dispuso a guardar las cosas.
    
    Dante se arrimó a ella y la abrazó por detrás.
    
    —Andá a hacerle mimos a ella —dijo ella, sacándoselo de encima.
    
    Aunque en verdad no parecía molesta. Más bien parecía asustada, como si temiera lo que estaba a punto de suceder.
    
    —¿Sabés por qué me calienta tanto la tía? —preguntó Dante.
    
    Ella no respondió. Pero él sabía que conocía muy bien la respuesta que iba a darle.
    
    —Porque se parece mucho a vos —dijo.
    
    Se acercó a ella, y la tomó de la cintura. Corrió su largo cabello negro a un lado y le dio un beso en el cuello. Se sorprendió gratamente al oír un débil gemido que ella no pudo reprimir. Sus manos fueron raudas hacia el trasero de su madre.
    
    —Dijimos que íbamos a hacer de cuenta que no había pasado nada —dijo ella.
    
    —Podemos hacerlo de nuevo. Revolcarnos acá mismo y después seguir siendo madre e hijo.
    
    Dante desabrochó el pantalón de su madre con una velocidad impresionante. Estaba convencido de que ella por fin se rendiría de nuevo. Casi parecía poder palpar la excitación de la mujer. Pero la hermosa MILF que lo había parido le dio un empujón y se apartó de él.
    
    —No va a ser siempre como vos quieras —dijo, con una sonrisa malvada—. Guardá toda la mercadería, después preparame un té con una porción de sopa inglesa. Hoy es mi permitido. Y antes hacete un paja, así te tranquilizás, porque no pienso darte lo que querés.
    
    Lo dejó solo en la cocina, con la pija dura. Todo el estímulo que había tenido hasta ahora, apenas controlado, se había desatado en esos instantes. Por lo que Dante ya no podía, ni quería, controlar la potente erección que tenía.
    
    Las palabras de su madre no lo amedrentaron. Al contrario. No había sonado tan resuelta como pretendía sonar. Y tanto cuando le pellizcó el culo como cuando la abrazó por detrás pudo notar el temblor involuntario de todo su cuerpo. El hecho de que le esquivara la mirada a cada rato también lo hacía pensar que no quería que notara su creciente excitación. De seguro tenía sus senos tan hinchados como él tenía su verga.
    
    Guardó toda la mercadería en menos de diez minutos, apartando la sopa inglesa que acababan de comprar, y luego se dispuso a preparar el té. A Dante se le ocurrió una idea por demás arriesgada. “Es mi permitido”, le había dicho ella. Su madre se cuidaba bastante con la comida, pero una o dos veces a la semana se deba algunos gustos. En este caso, ...
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