1. Los oscuros deseos de mi hijo (10)


    Fecha: 18/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... haría algunas preguntas. La idea de que su madre lo celara como si fuera su pareja le producía un dulce y pervertido placer.
    
    —Acá está bien —dijo Érica, señalando la mesada—. Ya después yo acomodo todo.
    
    —En serio quiero que vayas con nosotros el finde —insistió Dante.
    
    —Ay nene, pero para el finde faltan apenas dos días —dijo ella, largando un suspiro—. Por mí no hay problema, no tengo nada que hacer. Pero Emi seguro ya tiene planes. Y ya escuchaste a tu mamá.
    
    Érica tenía una manera de hablar un tanto cantarina que además parecía que reflejaba una continua excitación. A Dante le encantaba. Como le encantaba el movimiento ondulante de su cuerpo mientras respiraba agitadamente. Y eso que no había hecho nada para estar así. ¿Estaría nerviosa?
    
    —Bueno, de última vamos nosotros dos, y listo —dijo Dante.
    
    Érica inclinó su cabeza a un costado, y su cara reflejó una leve reprimenda. Una reprimenda que haría una tía a un sobrino travieso.
    
    —Basta de hacerme esas insinuaciones —dijo después—. En serio. ¿Te olvidás de que soy tu tía? Hasta te cambié los pañales.
    
    —Pero si no te hice ninguna insinuación —dijo Dante, haciéndose el tonto.
    
    —Sí, sí, claro —dijo ella, dándose media vuelta para empezar a sacar las cosas de las bolsas de compras—. Después hablamos. Cerrá la puerta cuando te vas.
    
    —No te olvides que ya venció el primer pagaré —dijo Dante.
    
    Su tía se quedó inmóvil y muda. Dante le había hecho un préstamo cuantioso, que para él no era la gran cosa, pero para ella era un montón de dinero. Le había hecho firmar seis pagarés, asegurándole que solo era un formalismo. Que podía pagarle cuando pudiera, y en la cantidad de cuotas que quisiera. A Dante no podía importarle menos que le devolviera ese dinero. Solo quería que ella sintiera que le debía un favor.
    
    —Ah, no sabía —dijo ella—. ¿Me podés esperar unas semanas más?
    
    Pareció avergonzada, casi humillada ante la situación.
    
    —Solo te estaba jodiendo —dijo Dante. Ella seguía sacando las cosas de las bolsas, dándole la espalda. Dante se acercó, y la abrazó por detrás. Apoyó descaradamente su verga en las gordas nalgas de su tía. Le dio un beso en la mejilla y rodeó su cintura con sus brazos, para luego cerrar las manos en su barriga—. No te preocupes por eso. Mientras me tengas a mí, siempre te voy a ayudar.
    
    —Lo sé. Gracias —dijo ella—. Andate, que tu mamá se va a molestar si tardás mucho.
    
    —No te voy a soltar hasta que me digas que vas a ir conmigo el fin de semana —dijo, apretándola con más fuerza, restregándole su gorda pija, otra vez hinchada, en su voluminoso trasero.
    
    Lo dijo en tono jocoso, como si estuviera haciéndole una broma. Pero no era ninguna broma. El contacto claramente tenía intensiones lascivas. Y realmente no la iba a soltar hasta que accediera.
    
    —¡Basta, nene! —dijo ella, aunque no parecía para nada molesta. Tía Érica siempre parecía divertirse con sus bromas. Incluso cuando jugaba de mano—. Está bien, voy a ir. Pero sola, ni loca. Si no va tu ...
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