1. Los oscuros deseos de mi hijo (10)


    Fecha: 18/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... dio una propina, al chico se le iluminaron los ojos, y se sonrojó levemente.
    
    Fueron primero rumbo a la casa de Érica. Él manejaba, mientras las mujeres (sus mujeres) conversaban sobre los ejercicios que hacían para mantener las nalgas tersas. ¿Lo hacían a propósito? Entonces se le ocurrió una idea.
    
    —Podríamos ir a Merlo este finde. Hace rato que no hacemos algo los cuatro juntos —soltó.
    
    Fue como una pequeña bomba que explotó dentro del auto. Miró por el espejo la expresión de su madre. Se la notaba contrariada, y él lo entendía. Desde que lo descubrió cogiendo con su prima no habían salido los cuatro juntos. Era entendible, pues la cosa se había puesto muy extraña entre los miembros de ambas familias. Pero Emilia parecía haber superado su obsesión por él. Solo había sido una aventura fugaz de dos adolescentes. Ya había quedado en el pasado. Y Dante esperaba que su madre ya no tuviera tantos prejuicios con ese tipo de relaciones. A estas alturas, el hecho de que su hijo cogiera con su sobrina debería parecerle una nimiedad.
    
    —Bueno, vemos… —dijo su madre, dubitativa—. Creo que tengo una cliente el sábado —agregó después, como si acabara de encontrar una oportuna excusa.
    
    —¿Esa mujer que cada dos por tres te cancela? —dijo Dante, recordando a una gordita cuarentona que siempre tenía una excusa para suspender su entrenamiento con su madre, quien era personal trainer—. En todo caso vamos con Érica y Emilia, y después nos alcanzás.
    
    Dante sabía que esa idea no le gustó nada a su madre, aunque lo disimuló muy bien. Sabía de las ganas que le tenía a su tía. Que su niño estuviera un fin de semana a solas con ella y con su prima, le generarían algún tipo de celos.
    
    —Bueno, vemos —dijo su tía—. Hablo con Emi y arreglamos.
    
    En realidad prefería que Emi no estuviera con ellos ese fin de semana. La quería mucho, y lo calentaba bastante, pero en ese punto estaba sobrando. Dante estaba pensando en otra persona que los iba a acompañar en ese viaje, solo que no les diría de quién se trataba. No aún.
    
    No pudo evitar sonreír, como si fuera un villano de una película de James Bond. Cuando le dijera a Jero de pasar el fin de semana en Merlo, tendría una manera de tener a su madre distraída, y entonces podría acercarse a su tía. Pero había muchas piezas que debían encajar para que las cosas se dieran como él quería. Una vez más, debía depender, en parte, de la suerte. Pero también se daba cuenta de que la suerte era algo que solía estar de su lado.
    
    —Te ayudo con las bolsas —dijo, cuando llegaron a la casa de su tía.
    
    —No, nene, si yo puedo sola —objetó ella.
    
    Él hizo un chasquido con la boca, como si lo que había dicho ella fuera una tontería. Salió del vehículo, que había quedado estacionado frente a la casa, y se dirigió al baúl en donde ella estaba empezando a sacar las bolsas. Realmente eran muchas, y se vería obligada a hacer dos viajes si lo hacía sola. Érica saludó a su hermana, quien se quedó en el auto. Sospechaba que luego le ...
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