1. Aurora – Capítulo IV


    Fecha: 13/11/2019, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... los veía hasta que un par de meses después, estando ellos reunidos tomando nuevamente, tuve que ir a avisarle a mi papá que mi mamá lo necesitaba. Y allí lo vi nuevamente. Ahora vestía una camisa de jeans desabrochada, los vellos de su pecho a la vista y sus bigotes que lo hacían ver tan masculino. Andaba con botas como los vaqueros de las revistas. Me sonrió. Rodrigo no estaba. Después supe que había ido en la camioneta a comprar cerveza al pueblo.
    
    Cuando mi papi se paró para ir a ver qué necesitaba mi mamá, yo lo seguí y él también se paró y se dirigió al baño. Algo me hizo mirar para atrás cuando iba dando vuelta a la casa y él estaba llegando al baño y me miró sonriendo y levantó una ceja como en una invitación. Yo me quedé parada sin saber qué hacer y entonces él hizo un gesto inconfundible con la mano llamándome.
    
    Yo fui y él entró al baño dejando la puerta abierta. Cuando llegué él estaba con el pene afuera, pero aún no estaba orinando. Me hizo un ademán de que entrara y luego cerró la puerta detrás de mí. Se bajó los pantalones y me mostró los huevos redondos y peludos.
    
    —¿Quieres? —me preguntó con una voz apenas audible, apuntándome con el pico.
    
    —Sí —le respondí yo en un susurro.
    
    Se le puso muy grande cuando se la chupé. Y tenía un olorcito muy rico, a perfume creo. Me tomó del pelo y me guio en la mamada. Me hizo tragar el pico, pero no tosí. Mientras yo mamaba él miraba por entre las rendijas de la casuchita vigilando por si venía alguien. Después se pajeó un poco apurando la acabada para que nadie fuera a sospechar y así me soltó varios chorros de leche en la boca. Eso me gustó mucho. El semen de él era como dulzón y un poco espeso.
    
    En ese momento sentí el motor de la camioneta de mi hermano.
    
    Él se agachó y me dijo en un susurro que él iba a salir primero y que cerrara la puerta y contara hasta 20 antes de salir yo. Enseguida me dio un beso y me dijo:
    
    —¡Eres tan deliciosa! —y salió.
    
    Cuando llegué a 20 salí y me dirigí a la casa. Mi hermano en ese momento estaba bajando de la camioneta y me gritó:
    
    —¡Aurorita, venga!
    
    Yo me detuve y fui donde él, supongo que con cara de culpable. Cuando no me decía “princesita” era por algo.
    
    —¿Tiene algo que decirme, mi amor?
    
    Yo no supe qué decir. No entendía qué quería saber mi hermano que me miraba serio con las cajas de cerveza colgando de las manos. Me puse las manos atrás y en un gesto muy infantil comencé a balancearme mientras que con el zapato derecho dibujaba algo en el suelo. A ratos lo miraba de reojo para bajar inmediatamente la cabeza y mirar al suelo.
    
    Mi hermano me conocía tan bien que no era necesario que le dijera nada. Él todo lo sabía, siempre.
    
    —Espéreme acá —me dijo—, y se encaminó a dejar las cervezas con los demás.
    
    Luego volvió y con una mano en la espalda me empujó a su pieza. Allí se sentó conmigo en el sofá y me dijo:
    
    —Princesita, Ud. sabe muy bien que a mí no me tiene que ocultar nada. Lo sabe, ¿no?
    
    —Sí —respondí.
    
    —Entonces, ...
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