Camino hacia zoodoma. Capítulo I - Relatos Eróticos

Camino hacia zoodoma. Capítulo I

... hasta que recibimos nuestro primer golpe. Y creo que para esto es igual; todas creemos que no somos putas, hasta que vemos el puño de billetes que nos podemos ganar. Tras pensarlo un poco acepté trabajar allí. En el peor de los casos si no me sentía cómoda con lo que pasara los primeros días, sólo tenía que dejarlo y buscar un nuevo empleo. Así es, la niña estaba dejando su capullo de mojigatez en pos a las alas de la avaricia; metamorfosis para convertirme en toda una puta. Anabel sonrió al escuchar mi respuesta y me dijo que prepararía todo lo necesario para que empezara lo mas rápido posible. Preguntó si tenía tiempo para acompañarla a arreglar los detalles en ese momento. Le dije que no había problema, al final estaba en mis planes ya no trabajar en la tienda de cosméticos, así que tenía la tarde libre. La acompañé a la calle para subir a su auto, y nos dirigimos hacia el centro. Ya en el camino Anabel comenzó a hacerme preguntas más personales.

-¿Eres virgen?

-No, tengo novio. Contesté como si aquello aclarara la duda

-¿Y de atrás? Me entiendes ¿verdad?

-Yo nunca… hasta el momento nunca lo he hecho por ahí.

-No te preocupes, no hay problema si no quieres hacerlo. Lo principal es que no tengas problemas en chupar algunos penes y sobre todo en tener sexo “normal”. Hay chicas que nunca reciben por atrás y aun así les va bien. Lo que si es cierto es que es de los extras mejor pagados, las que están bien con ello cobran mínimo mil pesos por el culito, igual no es mala idea tenerlo en cuenta ¿no crees?- remarcó de forma que no pude entender si me infería sobre dejarme encular o simplemente le daba igual si no lo hacía.

El trayecto siguió con mas preguntas sobre mi vida sobre todo sexual, y también sobre la situación en la que estaba pasando. Por mi parte aproveché que había hablado sobre los famosos extras para conocer los precios que normalmente cobraban las demás por hacerlos. Quería tener todo a la mano para poder sacar el mayor provecho. Anabel era una persona bastante agradable. Su porte elegante y belleza la hacían parecer intimidante, pero cuando hablabas con ella te sentías en confianza, cómoda. Incluso en una situación tan rara como prepararse para trabajar en un burdel, ella la hacía parecer como algo de lo mas común y que no debías preocuparte por ello.

El lugar donde me llevó era una tienda de lencería. Debíamos comprar algo de ropa adecuada para el trabajo, algo que hiciera explotar algunas braguetas en palabras de Anabel. Estar de compras en un lugar así era divertido y excitante. Estábamos buscando algo para verme sexy y elegante, el uniforme perfecto para una puta de categoría. Tras un rato encontramos tres conjuntos a mi medida perfectos para ese objetivo. Recién caminando hacia caja pensé en como pagaría por aquello. Mi acompañante debió darse cuenta sobre mi preocupación, porque inmediatamente mencionó que ella pagaría por todo lo que compraríamos ese día.

-Desde que te vi en esa tienda supe que tienes el ...