1. Camino hacia zoodoma. Capítulo I


    Fecha: 08/11/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Nikki, Fuente: TodoRelatos

    ... zapatos y cosméticos ahora que sabía usarlos. Y también quería ir a la universidad. Era mi sueño, mi meta, y no quería perder más de un año en ganar lo justo para lograrlo. La única opción era conseguir un mejor trabajo en donde pagaran mucho más, y estaba decidida a hacer lo que sea para que así fuera. Y no tardó mucho en llegar la oportunidad. Una tarde en la que estaba trabajando llegó una mujer un poco más alta que yo, de casi metro ochenta aproximadamente. Era una clienta conocida, ya que siempre que iba solía gastar bastante. Tras atenderla me preguntó si no estaba interesada en tener otro trabajo, uno con el que ganaría mínimo cuatro veces más que lo que ganaba aquí. Solo alcancé a aseverar que claramente si, que me encantaría, a lo que contestó entregándome una tarjeta e invitándome a que le llamara.
    
    La tarjeta por enfrente decía Dream Moon Spa a lado de una imagen circular parecida al ying yang, con un número de contacto y una dirección cerca de la plaza. En la parte de atrás tenía anotado el nombre de la mujer Anabel S. y otro número telefónico. Pensé que quizás era la oportunidad que necesitaba. Era un spa, no sonaba tan mal trabajar dando masajes. Se que ustedes saben a donde va esto, pero les juro que mi yo de dieciocho no tenía idea de que clase de lugar se trataba, lo que si sabía es que ganar esa cantidad era justo lo que necesitaba. Hablé a Anabel al otro día, le dije que era la chica de la tienda de cosméticos y que me interesaba el trabajo. Pidió que fuera a hablar con ella en persona, al lugar donde indicaba la tarjeta, pero que no tocara en el número 12 como decía ahí, si no en el timbre de a lado, en una puerta de metal color azul. Fui ese día antes de mi turno, decidida a que si conseguía el trabajo ya no iría ese día a la plaza. El lugar era una zona de gente adinerada; casas grandes, de dos o tres pisos, con portones de aluminio que parecían ser automatizados. El sitio estaba a una calle detrás de un parque recreativo. Todo el lugar estaba vacío, en silencio, parecía que nadie vivía ahí. La casa número doce era igual de elegante que las demás, de tres plantas con un pórtico que llevaba a una puerta de madera con vitrales. Nada indicaba que fuera un spa, salvo el mismo logo de la tarjeta que estaba a lado de un intercomunicador. La puerta azul estaba a un lado, en lo que parecía un pasillo que conectaba hacia alguna parte atrás de la casa. Toqué el timbre del intercomunicador que estaba allí, y cuando preguntaron que quería, contesté que tenía una cita con la señorita Anabel. “Cierra al pasar”, sonó en la bocina antes de que tras un zumbido la puerta se entreabriera. Lo que había detrás era justo lo que había pensado, un pasillo del largo de la casa que llevaba a un patio trasero. Anabel se asomó desde la puerta del edificio e invitó a que la siguiera. Adentro había una pequeña sala a lado de una cocina con una barra que los dividía. Seguí a la mujer hasta entrar a un cuarto en donde se encontraba un escritorio con dos ...
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