Camino hacia zoodoma. Capítulo I - Relatos Eróticos

Camino hacia zoodoma. Capítulo I

... perfección los pezones y la rajita de mi vagina. Las zapatillas eran rosas, hechas de charol. El último conjunto era un enterizo bordado de color negro que dejaba un escote bastante provocativo por enfrente, y con un encantador corte en T en las nalgas. Además este venía acompañado de un par de medias con liguero del mismo color, sin olvidar las zapatillas negras a la par, pero con la punta de color dorado.

Al final Anabel aprobó cada uno de los conjuntos y aseguró que me veía incluso mejor de lo que había pensado. Sin afán de ser vanidosa yo sabía que era verdad. Aunque no pude verme en ningún espejo, cada vez que me probaba uno de los conjuntos sentía un pequeño escalofrío recorrer mi cuerpo. Sabía como me verían con ellos. Me sentía sexy, provocativa. Era como convertirse en una de las modelos de pasarela por un instante. Conforme me hacía mas consiente de que tanto podía estimular con mi imagen, me sentía mas segura de mi misma, me sentía poderosa. Tomé lo que llevaba puesto cuando llegué al lugar, mi antiguo uniforme, y me vestí nuevamente. Anabel me pidió que tomara la lencería y zapatillas, abrió un par de cajones de su archivero para sacar una caja de condones y un paquete de toallitas húmedas para bebé, y me pidió que la acompañara hacia el cuarto que conectaba hacia la parte de enfrente de la casa. Allí había unos lockers como los que aparecen en las escuelas estadounidenses de las películas.

-Toma, éste será tu locker. Aquí puedes guardar tu ropa, así como lo que vas a usar para trabajar. Los condones y las toallitas van por cuenta del trabajo, solo por favor no los malgastes. Un condón por cliente, y las toallitas solo por si te cae algo encima, o por si quieres limpiar algo antes de llevártelo a la boca. Además si te animas a dar acceso por la puerta trasera te recomiendo que compres un lubricante a base de agua antes, créeme que lo vas a necesitar.- Dijo Anabel para después darme la llave del mueble.

Fuimos de nuevo a su oficina. Sacó del único cajón donde tenía papeles una hoja. Me indicó que la llenara con mi información, y que la llevara conmigo a un laboratorio para que me hicieran los chequeos rutinarios para empezar a trabajar, además de darme dinero para que fuera a algún salón para que me arreglaran el cabello. La idea era que si me daba prisa empezara a trabajar en dos días. Al salir del lugar fui al salón por un planchado con queratina. En casa dije que había sido parte de una demostración de nuevos productos en el trabajo. Aquella noche apenas dormí. Me parecía increíble el rumbo que estaba tomando, pero el paso estaba dado. En la mañana fui al laboratorio donde me habían mandado para obtener el comprobante médico que indicaba que estaba limpia y lista para trabajar. Tras aquello hablé con Anabel para decirle que ya estaba todo listo. Empezaría al otro día en la mañana. No lo sabía en aquel momento, pero todo era parte de una gran bola de nieve que me arrastraba directo a la zoofilia. En algún momento pasaría de ...