Los secretos de Jota: Dualidades: Bruno (XX) - Relatos Eróticos

Los secretos de Jota: Dualidades: Bruno (XX)

... movimientos de mano y moviendo su cuerpo.

Bruno intentó localizar en su cuello el pulso. Lo tenía muy acelerado.

En lo que Mario fue a buscar su teléfono Aritz abrió los ojos.

Mario apareció con el móvil en la mano intentando serenarse para marcar.

Tras unos minutos de silencio en la que Bruno vio un abrazo interminable entre ambos intentó convencerle de ir a un hospital. Pero Aritz le dijo que su padre era médico y no quería que se enterara. Le había pasado antes. Una vez . Y como en esta ocasión, el consumo excesivo del Popper le había provocado una taquicardia y una perdida breve de conciencia.

Ninguno soltaba al otro y a Bruno aquella imagen le recordó su pasado. El corazón le empezó a latir más fuerte.

A Bruno en cambio le empezó a latir más fuerte. Su cabeza solo estaba pensando en alguien. En un hombre que le vino a la cabeza nada más verlos a ellos. Y solo le vino uno. Nítido. Tan nítido que le dolió no estar con él ahora mismo y haber pasado todo lo que había pasado.

Intentó relajarse e ir a por un vaso de agua fría para Aritz.

El tono de Bruno era de pena. No solo por esa situación, si no porque se dio cuenta gracias a ellos dos, a cómo se trataban, a cómo se cuidaban, de que lo único que quería era tener eso con la persona que su cabeza y su corazón claramente le habían dicho que necesitaba.

Mario puso la cabeza de Aritz sobre su pecho para que este descansara un rato mientras Bruno se duchaba.

Al salir les ayudó a recoger, se terminó de vestir y Mario lo acompañó hasta la puerta.

La puerta se cerró y Bruno tenía claro que solo quería hacer una cosa.

Cogió su móvil. Miró la hora. Las 3.56 de la mañana. Imposible que estuviera despierto.

Abrió su Whatsapp y se puso a escribir mientras el ascensor descendía lento. Más lento que cualquier otro ascensor. O eso le pareció a Bruno.

***

Biiip.

La pantalla del telefono móvil se encendió iluminando parte de la habitación. Una mano tanteó la mesilla y lo cogió. Desbloqueó el móvil y el corazón le empezó a latir muy rápido. Bruno le había escrito, por fin. Leyó el mensaje en silencio, el corazón a mil y los ojos bien abiertos.

“Hola guapo. Siento no haberte escrito en todo este tiempo. Puede que ya no quieras saber nada más de mi, pero he necesitado un tiempo en soledad para darme cuenta que te necesito. Puede que sea un poco egoísta por mi parte. Y puede que ni me contestes. Pero necesitaba decirte que te quiero. Y que si tú quieres y me das esta oportunidad, podemos vernos cuando me digas”

***

Bruno llegó a su casa cuando el móvil le sonó en el bolsillo. Su corazón volvió a latir igual de fuerte que cuando la imagen de él le vino a la cabeza al ver a aquellos dos chicos cuidarse y protegerse mutuamente.

Lo sacó del bolsillo y lo leyó mientras intentaba abrir la puerta de su piso.

Tras entrar y cerrarla, apoyado en la puerta, lo volvió a releer.

“Pensaba que ya no me ibas a escribir nunca. Te he echado mucho de menos. ¿Te parece ...