Los secretos de Jota: Dualidades: Bruno (XX) - Relatos Eróticos

Los secretos de Jota: Dualidades: Bruno (XX)

Bruno salió de su éxtasis tras aquella ronca voz que provenía de una cabeza saliente desde la ventanilla del coche trasero y que entró por las ventanillas semibajadas del coche de Bruno junto al pitido agudo del claxon. Enfocó la vista de nuevo en la carretera y la luz verde agredió sus ojos como veinte alfileres. Pisó el acelerador y el coche dio un brusco acelerón. Tan brusco que Mario tuvo que sacarse aquel pollón de la boca para toser.

Mario no descansaba, movía su lengua ininterrumpidamente desde el glande, saboreando todo el líquido preseminal que salía del él, hacia el tronco, degustando cada centímetro de venosa carne gruesa. Sin embargo, deseaba llegar a casa cuanto antes para poder tragarse aquel rabo adecuadamente. Entre el cinturón que le tiraba hacia arriba, la bragueta que le impedía tragarse los últimos centímetros de rabo y provocarse esas pequeñas arcadas y flemas a sí mismo que tanto morbo le daban, y el brazo derecho de Bruno yendo desde el volante a las marchas, no podía disfrutar plenamente de aquella deliciosa tranca. Y eso no le molaba un pelo.

Tras varios minutos luchando por disfrutar de aquello Mario se sacó el rabo de Bruno, se lo metió por la bragueta y se la cerró.

Bruno se quedó un segundo mirándole. La verdad que si él tuviera unos años menos, Mario sería un ligue al que llamaría de continuo. Era muy atractivo. Rubio, ojos color miel muy intensos, labios gruesos y sexys, un cutis liso y perfecto, cejas cuidadas, cara masculina y rectangular pero juvenil y picarona. Era delgado pero fibrado y su culo era espectacular. Además tenía esa personalidad directa, chulesca pero sin la prepotencia que a veces nace directamente de esta forma de ser. Estaba claro que era un chico que sabía de su potencial, de que estaba tremendamente bueno y de que todos lo de su edad perdían el culo por estar con él. Y ademas vestía muy bien. En ese momento una camiseta interior gris de tirantes, una camisa a rayas blanca verticales blanca y azul, unos pantalones semí deportivos de color verde militar con dos grandes y gruesos cordones blancos, unas botas negras altas y un collar masculino al cuello.

Mario sonrió y sacó la cabeza por la ventanilla.

Bruno se rió y arrancó de nuevo el coche.

Bruno se quedó en silencio. A la cabeza le vino su cama. Aquella cama que durante tantísimas noches había compartido con Adri. Tanto sexo con él sobre ella. Tantas caricias. Tantos abrazos. Tantas horas tumbados mirando a la nada mientras sus cuerpos desnudos se rozaban en silencio…

Bruno resumió lo que sucedía en lo que tardó en cruzar una avenida de medio kilómetro. Quitó a Juan de la ecuación y le contó que tenía problemas con Adrián y prefería no tener sexo con él en la que aún entendía que era la cama de ambos.

Mario sacó su móvil del bolsillo abrió la conversación con su chico y pulso la tecla del micrófono.

“Hola bombón. Oye tengo aquí al lado un regalito para ti en forma de chulazo de los que nos gustan. Vamos para casa. ...