1. Vacaciones con mi cuñado V


    Fecha: 04/11/2019, Categorías: Gays Autor: Fran, Fuente: TodoRelatos

    La siguiente sorpresa que me llevé fue a través de mi mujer un par de semanas después, ya que al domingo siguiente no pudimos quedar porque mi sobrina tenía una exhibición de gimnasia que su padre no podía eludir. Sonia contó durante la cena que su hermana le había dicho que Alberto acababa de comprarse una bicicleta de montaña.
    
    —¿Sabías algo? —me preguntó.
    
    Me encogí de hombros fingiendo sorpresa, pero interiormente me alegré ante la ocurrencia de Alberto, pues supuse lo que aquello significaba.
    
    —Seiscientos euros dice que le ha costado. Noe está que trina con todos los gastos que tienen ahora con el dentista de la niña, las gafas del niño y el nutricionista.
    
    —Bueno, pero Alberto también tiene derecho a invertir en él, ¿no? Para eso trabaja como un esclavo.
    
    —Sabía que te pondrías de su parte —dijo Sonia, a la defensiva—. Una bici es un capricho, los brackets y las gafas no.
    
    —¿Y la dieta esa de tu hermana no lo es? ¿Cuánto llevas gastados tú en productos de esos dietéticos? —ataqué, consciente de que me adentraba en arenas movedizas, pero cansado de los desprecios de las hermanas—. El ciclismo es una actividad saludable. El deporte sienta bien y, además, luego os quejáis si ganamos algo de peso, así que no hay quien lo entienda.
    
    —Hombre, si no os atiborrarais a cerveza cada vez que salimos…
    
    —Sé que no hablas en serio, Sonia. No puede ser verdad que me reproches que me tomo cuatro tercios un sábado.
    
    —No, cari, ha sonado fatal y no quería decir lo que he dicho —reculó—. Pero entiéndela, está agobiada con el dinero y va el otro y se gasta seiscientos pavos en una bici cuando hace cuatro días se gastó otro tanto en una raqueta de pádel. En el fondo Alberto es un caprichoso. Y sí, sé que curra mucho y todo eso, pero cuando uno es padre de familia ha de saber cuáles son las prioridades.
    
    No quise entrar más al trapo y dejarlo estar porque aquella conversación podría derivar en una riña innecesaria. Me centré en elucubrar por qué de repente a mi cuñado le había dado por el ciclismo. Me lo contó el sábado nada más verme, delante de nuestras mujeres para hacerlas partícipes también de sus intenciones.
    
    —¡Cuñado! Ya que no quieres jugar al pádel conmigo me he comprado una bicicleta para que me lleves a una de tus rutas.
    
    Noelia bufó, Sonia sacudió la cabeza como si aquello no fuese asunto suyo y yo me alegré de la decisión de mi cuñado, sorprendiéndome al mismo tiempo por la naturalidad con que había propiciado nuestros futuros encuentros. Organizamos el primero esa misma noche para la mañana siguiente. Le propuse un parque cercano a caballo entre su pueblo y el mío, pero él tenía otros planes. El Parque de Polvoranca se extendía 150 hectáreas al sur de Madrid al margen de un arroyo y alrededor de un enorme lago circundado por zonas recreativas y deportivas. Esa mañana me enteré también de que el aparcamiento de una de las entradas era una popular zona decruising, así que entendí su insistencia por aquel lugar.
    
    —¿Sigues ...
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