1. Vacaciones con mi cuñado V


    Fecha: 04/11/2019, Categorías: Gays Autor: Fran, Fuente: TodoRelatos

    ... fría que acababa de comprarnos.
    
    —Si estáis dispuestos yo creo que nos da tiempo a otro polvo, ¿no? Y si no, yo os ofrezco mi rabo, que ya sabéis que tardo poco —añadió con descaro.
    
    Alberto y yo nos miramos y esbozamos una sonrisa maliciosa que creí interpretar. Comprobé que había pensado lo mismo que yo cuando empujó a David contra el respaldo del sofá y comenzó a quitarle los pantalones.
    
    —Tú lo has querido.
    
    Nos colocamos cada uno a un lado dispuestos a comerle la polla, no sé si a modo de agradecimiento o simplemente como respuesta a su falsa provocación. Trató de zafarse aduciendo que había sido una broma, pero Alberto no aceptó para vengarse por lo ocurrido anteriormente. No le costó empalmarse. Aquel rabo de formas curiosas se endureció ante el estímulo de nuestras bocas, que a su vez se rozaban a la altura del capullo. Busqué con mi lengua la de mi cuñado, se encontraron y nos besamos sin abandonar la polla de David. Anunció que se corría, avergonzado por su falta de aguante, pero no le dejamos escapar y observamos a pocos centímetros cómo la leche fluía por su uretra blanca y espesa. Alberto se animó a probarla, lengüeteando el glande húmedo mientras David se retorcía implorando clemencia. En el fondo tenía razón y ser eyaculador precoz a veces era una ventaja, aunque no me hubiese importado continuar con esa mamada pegado a la boca de Alberto unos minutos más.
    
    No sucedió nada más aquella mañana. La comida con nuestras familias transcurrió sin sobresaltos y a las seis de la tarde nos marchamos de casa de Alberto para retomar una rutina tediosa interrumpida únicamente por el deseo de que llegase el domingo. Sin embargo, fui capaz de valorar lo que tenía: disfrutar de mis hijos, alegrarme por sus logros y compartir momentos con ellos a pesar de que preferían dedicárselos a los youtubers de moda. Mi relación con Sonia estaba ya tan asentada en la espiral de monotonía que poco podíamos hacer por salvarla a excepción de apreciar los pequeños momentos que la mantenían a flote. Y de ese modo el tiempo fue avanzando por inercia hasta plantarnos en la Navidad. Lo que sucedió entre villancicos, turrón y días de asueto lo dejaré para el siguiente capítulo. 
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