Un día de mierda - 2 - Relatos Eróticos

Un día de mierda - 2

... negra.

Yo, como la mayoría de los chavales adolescentes, me había hecho pajas en grupo con mis colegas de aquel tiempo e incluso con uno de los que mejor me llevaba y que era, junto conmigo, el que más salido estaba de la pandilla, nos las hacíamos entre los dos el uno al otro y un par de veces, después de ver alguna de las revistas porno que se podían conseguir en la época, habíamos probado a chupárnoslas. A los catorce años, acercarse a una chica era tarea imposible y hacerlo con colegas, aunque fuese de aquella forma, siempre era más divertido que hacerlo solo. Pero cuando empezamos a salir con chicas, nos olvidamos de todo aquello como supongo que le ocurre a casi todo el mundo, sólo que para mí, aquello nunca se convirtió en algo vergonzoso de lo que arrepentirme o algo que hubiera que mantener oculto. De hecho en una ocasión en la que Maite y yo habíamos hablado de nuestras primeras experiencias sexuales se lo había contado y ella ni se sorprendió, ni mostró el más mínimo rechazo. Hasta hizo alguna broma sobre la posibilidad de repetirlo con ella presente. Cosa que obviamente nunca ocurrió porque a mi no me atraían los tíos y además, desde que empezamos a vivir juntos, le había sido completamente fiel.

Pero aquella noche, el alcohol, la falta de sexo y qué he de reconocer, que desde aquellas experiencias adolescentes, siempre había tenido algo de curiosidad por repetirlo, no lo dude e imitando lo que acababa de hacer Javier, me quité las zapatillas sin desatarlas y arrastre mis vaqueros y calzoncillos de golpe para quedarme en bolas de cintura para abajo como mi compañero de cuarto.

Empezamos a masturbarnos mirando a la pantalla pero también echando una ojeada de cuando en cuando al otro, En uno de esos vistazos furtivos, sorprendí a Javier mirándome y soltando la mano de mi pene, giré levemente la butaca para quedar los dos frente a frente invitándole a que me lo siguiera haciendo él. No lo dudó, se movió de la cama para sentarse enfrente mío y alargando su brazo me cogió la polla. Aquello me electrizó. Sentir una mano ajena apretándote el rabo de forma torpe porque no conoce tus límites y mirándolo con excitación me llevó a acercarme peligrosamente al orgasmo. Me quité la camisa para que llegado el caso no se manchase, quedando completamente desnudo y le pedí parar.

Él aprovechó para quitarse el polo que llevaba puesto y quedarse en bolas tal como yo estaba, así que alargué la mano para cogérsela a él. La primera polla que tocaba desde mi adolescencia. Estaba durísima, muy caliente y a pesar de estar completamente erecta la piel le tapaba buena parte del glande. Tiré hacia abajo para dejar el capullo libre y empecé a meneársela lentamente.

Javier echó su cabeza hacia atrás y empezó a gemir y a resoplar del placer que le estaba dando. Estaba disfrutando de lo lindo pero, probablemente porque también se le acercaba el orgasmo, me sujetó el brazo con el que le estaba masturbando para pararme.

¿Nos la chupamos? Me ...